El crimen del colombiano y la alarmante vigencia de "narcos Julio Verne"

*Según fuentes que vienen estudiando las nuevas tramas del crimen organizado a nivel mundial, el detalle primordial en que hay que reparar tras la muerte de Galviz Ramírez, es respecto al rol que jugaba o estaba por jugar su embarcación “Woods”, un yate de extremo lujo que no parece haber sido adquirido ni para ostentar poderío económico ni para utilizarlo en jornadas de esparcimiento náutico.
*Sucede que las entregas de cargamentos de cocaína en alta mar y el pase de toneladas de droga de una embarcación a otra en aguas lejanas a las costas, se ha vuelto una de las modalidades más utilizadas en los últimos tiempos por los carteles del narcotráfico.

Si los sicarios quisieron matar realmente a Juan Sebastián Galviz Ramirez, o a su cuñado Jorge Iván González Ramírez, no deja de convertirse en un hecho secundario en esta trama de crímenes mafiosos que se pasea por la Argentina.



¿Acaso alguna autoridad judicial o política aclaró algo a la opinión pública respecto al crimen de julio pasado en el Unicenter de Martínez? Y mas aún: ¿se sabe algo del rol que cumplió el joven colombiano Jaramillo, sobreviviente de ese atentado y convertido en testigo protegido por la justicia argentina? Al parecer, el citado Julio Andrés Jiménez Jaramillo trabajó en Colombia para una de las empresas de González Ramírez, el cuñado del asesinado en San Fernando hace unos días. La vinculación entre los muertos de entonces y los de ahora también parece ser un detalle secundario. Así las cosas, si todo parece constituirse en datos de menor importancia en estas historias cruzadas de crímenes y venganza, ¿cuál sería, entonces, el aspecto principal en esta trama sangrienta?

Según fuentes que vienen estudiando las nuevas tramas del crimen organizado a nivel mundial, el detalle primordial en que hay que reparar tras la muerte de Galviz Ramírez, es respecto al rol que jugaba o estaba por jugar su embarcación “Woods”, un yate de extremo lujo que no parece haber sido adquirido ni para ostentar poderío económico ni para utilizarlo en jornadas de esparcimiento náutico.
Sucede que las entregas de cargamentos de cocaína en alta mar y el pase de toneladas de droga de una embarcación a otra en aguas lejanas a las costas, se ha vuelto una de las modalidades más utilizadas en los últimos tiempos por los carteles del narcotráfico.


En España, donde las embarcaciones vinculadas al narcotráfico que han sido incautadas en los últimos años llegan a la friolera del millar, a la modalidad delictiva se le ha dado en llamar “Narcos a lo Julio Verne”. 


Barcos pesqueros, naves de esparcimiento como la encontrada en San Fernando y hasta mini submarinos con capacidad de transportar hasta 15 toneladas de droga por viaje (de allí la calificación de “Narcos a lo Julio Verne”), ya son parte de la nueva modalidad adoptada por los carteles de la droga para transportar y entregar la mercadería fuera de las juridicciones comerciales habituales.

Desde abril del 2006, cuando Colombia instrumentó el Sistema de Seguimiento y Posicionamiento de Ruta por Satélite para monitorear la actividad marítima en alta mar (incluso garantiza seguridad inmediata a los barcos en casos de accidente), varios comandos armados atentaron contra naves y personal de embarcaciones que instalaron los chips y programas necesarios para su funcionamiento.  Los sicarios consiguieron sembrar temor en relación a la posibilidad de que este sistema de control satelital se masificara, y lograron que argumentando un problema de costos, muchas naves se negaran a equiparse con esta tecnología. La excusa de los costos es tragicómica: el equipamiento satelital en barcos cuesta la irrisoria suma de 1200 dólares. Pero el temor a la represalia narco es más fuerte y los carteles obtuvieron lo que buscaban, esto es, mayor impunidad para movilizar sus cargamentos vía marítima y en aguas internacionales.



Ya hace tiempo que observadores internacionales vinculados a la lucha contra el narcotráfico vienen constatando que muchos de los cargamentos de cocaína que llegan al país lo hacen por vía marítima. Y también –una vez camuflados o dejados en manos de sus compradores- el traslado hacia Europa se realiza preferentemente por vía marítima.

Que el grupo de colombianos abatidos el año pasado en Unicenter y el crimen de Galviz Ramírez en San Fernando hace unos días tenga alguna relación, será difícil de comprobar a no ser que se busque en las ramificaciones del tráfico de cocaína por vía marítima, y en eso juega un papel fundamental conocer la historia alrededor de la embarcación amarrada en puerto y ahora bajo custodia de la Prefectura.



Por ese resquicio quizás se pueda encontrar si la metodología de traficar drogas por medio de embarcaciones de lujo –capaces de recorrer grandes distancias hasta alta mar con autonomía propia-, ya se está instalando en la Argentina y solo se descubre cuando algunas de estas muertes violentas hace conocer que algo nuevo está pasando por estas costas respecto al narcotráfico.

Saber si esta modalidad ya está instalada en nuestras aguas es hoy más importante que saber los motivos del crimen de hace días en San Fernando. Es que si nos atenemos a los antecedentes, estas muertes son producto de venganzas intestinas en el negocio siempre riesgoso del tráfico de drogas. Pero si el barquito “Woods”  (valuado en u$s 400.000,-) es parte de la flota de naves que se adquieren para transportar cocaína en aguas argentinas, es lógico pensar que la nueva modalidad también llega a nuestras costas para quedarse. Y eso significa que estamos en problemas.

Dejá tu comentario