"De viaje por Europa del Este": Gabriel García Márquez y su paso por la Unión Soviética

Sociedad

Gabriel García Márquez era una persona muy comprometida con el socialismo. El nobel siguió de cerca los movimientos de la izquierda durante la insurrección guerrillera cubana hasta su triunfo en el '59 y era un gran amigo de Fidel Castro. Incluso llegó a participar de la agencia de noticias de Cuba.

Como tantos autores de la generación perdida como Fitzgerald, Hemingway, Faulkner, Pound y muchos otros, Gabo también vivió en París, epicentro del arte durante la década del 50.

Gabo, quien en ese momento se dedicaba casi exclusivamente al periodismo, fue enviado como corresponsal a París y, como no podía ser de otra manera, aprovechó su estancia en la ciudad de las luces para visitar los países socialistas: Alemania, Polonia, Checoslovaquia, Hungría y la antigua Unión Soviética. Todo eso decidió plasmarlo en su libro "De viaje por Europa del Este" (Penguin Random House).

El relato de García Márquez es por momentos el de una persona decepcionada por los conceptos que había concebido por el paso del tiempo en relación al socialismo -en muchos casos completamente erróneos- y por momentos esperanzador. Incluso llegó a escribir un comentario de lo más desalentador que había hecho una mujer que lo acompañaba en su viaje cuando terminaba de comer en un restaurante en Alemania Oriental: "Pobre gente".

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No era lo mismo llegar a la Unión Soviética, liderada por un Stalin que controlaba desde las construcciones hasta que se plantaba en cada región o con ciudadanos que no conseguían zapatos nuevos o vestidos (la única industria que había sido desarrollada era la bélica o espacial), que a Praga, donde los ciudadanos leían libros de Jack London o se parecían más a los occidentales capitalistas que a los socialistas.

El escritor estuvo en ciudades como Berlín, Varsovia, Praga, Budapest y Moscú. Todas completamente diferentes. A García Márquez no le importaba el turismo. No le importaban los museos o lugares más importantes de la ciudad. A él le importaba cómo vivían las personas de los diferentes países y qué pensaban. ¿Estaban a favor del régimen socialista? ¿Querían escaparse? ¿Qué piensan de Estados Unidos? En muchos lugares pudo descubrirlo. En otros, como en Hungría, tuvo que escaparse de los custodios que el gobierno le había puesto que no le permitían caminar solo o hablar con alguien que se cruzara en la calle.

La historia de la Unión Soviética se conoce en profundidad y miles de páginas llenas de opiniones y visiones fueron escritas, pero pocos tienen la visión de Gabo, el nobel colombiano que amaba el ideal socialista y que se encargó de detallar de manera puntillosa.

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