Sexo en la vejez: las respuestas para vencer todos los prejuicios

Sociedad

La Lic. Diana M. Resnicoff habla de las problemáticas más comunes que tienen las personas mayores a la hora del sexo.

Todos los seres humanos necesitamos, desde bebés y hasta muy viejos, contacto corporal para poder vivir. Necesitamos las caricias, el tocar y acariciar a otros. Ni la medicina ni las ciencias psicológicas sostienen que sea nocivo o imposible continuar una vida sexual activa durante toda la vida. El tabú, la prohibición implícita en el mensaje cultural que recibimos, es un resabio del pensamiento de que la sexualidad solo sirve para la reproducción y que deja de ser lícita o aceptable cuando pierde su fin reproductivo. Nuestra primera tarea es, entonces, quitarle a este tema la idea de prohibición y de vergüenza.



Tengamos en cuenta, por otra parte, que esta sociedad sobrevalora las ideas de juventud y belleza; una sociedad que no es capaz de descubrir la belleza y la alegría de la madurez. ¿El sexo? Eso es sólo para la gente joven, con cuerpos lozanos, fuertes y tersos. Estar gorda o ser vieja: no encaja en nuestra idea del sexo estético, que está marcada por los anuncios eróticos de perfumes y por el sexo que se ve en las películas de Hollywood. Y a veces tenemos que emplear nuestros mejores esfuerzos para demostrar que no es así. Que podemos perfectamente ser de otra manera, muy distinta.



¿Pero qué pasa? No somos iguales que hace años



La sexualidad cambia a medida que envejecemos, será diferente, ni mejor ni peor. Todos, hombres y mujeres, lamentan la perdida de la juventud y la consiguiente pérdida de la firmeza de la piel, de la erección dura como una roca, de la abundante lubricación, de la energía sin límites y de la libido incontenible.  No obstante, la mayoría de los adultos sanos pueden llevar una vida activa y satisfactoria a los 60, 70 u 80 años, e incluso más tarde. Hacer el amor conlleva un gasto de energía similar al de subir las escaleras hasta un segundo piso, acción que la mayor parte de nosotros podemos realizar hasta una edad verdaderamente muy avanzada.



Los cambios en hombres y mujeres son de distinta índole: en la mujer - quizá por las imágenes de “”mujeres perfectas”” con que nos bombardea la publicidad -  parecen más evidentes: la piel se afloja y pierde elasticidad, los senos están mas caídos, a veces aparecen varices o acumulaciones adiposas en distintas partes del cuerpo. Pero no pierden su capacidad orgásmica. Si la lubricación es un problema, pueden utilizar un lubricante y/o encontrar alivio con el reemplazo de estrógenos.



En los hombres, además de un cierto aflojamiento general de la piel y de los músculos, se produce una disminución relativa de su capacidad erectiva. Ya no es tan fácil lograr una buena erección y  muchas veces ésta no es tan completa como antes. Necesitan más tiempo y una estimulación manual más intensa y  prolongada por parte de la compañera. Por otro lado, también tardan más en eyacular: ya no  se precipitan hacia la tan ansiada meta sino que pueden darse y darle a la compañera más tiempo para disfrutar de la relación sin temer la inminencia del orgasmo. Son amantes más refinados en definitiva y la leyenda que atribuye un mayor atractivo sexual a los hombres de edad madura tiene bases fisiológicas en que apoyarse. Los besos, las caricias, los toques y roces cobran una mayor importancia.



¿Qué se puede hacer?



Algo que adquiere especial importancia son los hábitos de vida y la actividad que se desarrolla. Andar en bicicleta, realizar largos paseos a pie, mantener algún tipo de actividad psíquica y física, nos producirá muchas más ganas y posibilidades de hacer el amor que alguien envejecido prematuramente o enfermo. Nuestro peor enemigo, en esta etapa de la vida, es la inactividad en todos los órdenes, y por supuesto en el sexual.



Pero también es cierto que la historia que cada pareja, cada hombre y cada mujer trae de sí, influye de manera decisiva en las posibilidades, en el deseo y en la frecuencia de las relaciones sexuales. Quienes han tenido una vida sexual insatisfactoria es muy probable que llegado un cierto momento, cuando ya no es socialmente obligatorio que sigan siendo sexuales, “aprovechen la ocasión” y se retiren discretamente.



Es importante estar bien informados. Saber que nuestros encuentros serán más largos y no por ello menos placenteros. Que las erecciones masculinas no serán tan urgentes ni tan fáciles de conseguir, pero que eso no impide que nuestros encuentros sexuales sean placenteros y gratificantes para ambos, si la angustia o el miedo a fallar no nos invaden. Es un buen momento para gozar plenamente de nuestra experiencia, para olvidarnos de viejas inhibiciones, para buscar nuevas maneras y ocasiones de contacto afectivo y corporal. Recordemos que la sexualidad no se limita a la relación genital, hay muchas maneras diferentes de hacer el amor a través de experiencias compartidas: tocarse, olerse, besarse, acariciarse usando los labios o las manos, aprender que también el amor se puede hacer sin penetración.



Tenemos que ser conscientes de los cambios que se operan en nuestro cuerpo, aceptándolos y aprendiendo a disfrutar de una nueva manera. Nuestra sexualidad no será la misma de antes, es cierto, pero es probable que sea óptima. Lo importante es seguir activos, defendiendo nuestro derecho a la vida y al placer.



Lic. Diana M. Resnicoff
Psicóloga clínica. Sexóloga clínica.
TE: (54-11)4831-2910
E-mail: [email protected]
Página Web: www.e-sexualidad.com

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