Nazarena Vélez: historia de una vida agitada

Espectáculos

*Chica del barrio de Quilmes y rea por excelencia, se hizo conocida por ser la novia de Hernán Caire y luego por convertirse en la esposa de Daniel Agostini.
*Separada del líder tropical, hoy es una de las polémicas "chicas Sofovich", está en pareja con el jugador de fútbol Aldo Osorio y participa de "Bailando por un sueño".

Son muy pocos los que permanecen indiferentes a los encantos y defectos de esta rubia de ojos celestes y frondoso prontuario amoroso. Amada y odiada por su polémica personalidad, Nazarena Vélez es actualmente una de las mujeres más populares del momento que se ganó un espacio en el mundo del espectáculo gracias al empuje de Gerardo Sofovich. Después de cantar pésimamente en “Cantando por un sueño”, hoy participa de Bailando.

Chica de barrio como ninguna, (a veces guarra por demás), Nazarena se crió en Quilmes junto a sus cinco hermanos: Sandra, Florencia, Daniela, Jesús y Jazmín. De a poco fue trepando peldaños. Su primer empujón vino de la mano del romance que mantuvo con Hernán Caire a mediados de los ’90.  Historia apasionada que la llevó al living de la diva Susana Giménez para denunciar entre lágrimas que el ex chico de “Jugate Conmigo”  la golpeaba.

La historia nunca se aclaró del todo pero a la rubia bocona (en todo sentido) le vino como anillo al dedo. Había estudiado teatro con Augusto Fernández y un tiempito con Norman Brisky pero ella misma dijo en repetidas oportunidades que la plata era su debilidad. De a poco, su nombre comenzaba a resonar en los medios…  

Una pareja explosiva

La relación con Caire ya estaba archivada cuando se presentó un nuevo amor en la vida de la actual vedette. Tal como dijo en más de una oportunidad: "el hombre más importante de su vida”, es decir, Daniel Agostini.

Al igual que la inmensa mayoría de relaciones amorosas, la historia de la rubia y Agostini comenzó a principios de 1999 de manera inocente y con todas las de ganar. Y los hechos lo demuestran: el flechazo fue tan fuerte que a los pocos meses de haberse conocido se casaron en Villa Carlos Paz y en el 2000 nació el primer y único hijo de la pareja, Gonzalito, y el segundo para Nazarena (cuando era muy jovencita había sido mamá de Barbarita).
 
Todo se mantuvo color de rosas hasta que Nazarena cambió las tareas del hogar y el cuidado de sus hijos por las tablas, las plumas y la sobreexposición física y mediática. Hasta ese momento, la llamativa joven no se atrevía a posar ni a mostrar su cuerpo. Pero casi a los 28 años dejó de lado los tabúes y se atrevió a llevar el título de “sex symbol”.

“La pareja no es lo único que me hace feliz. También necesito disfrutar de mi profesión, de mis hijos, de todo. La clave está en que tu pareja te quiera acompañar”, dijo la vedette en su momento.  Pero el cambio de vida desestabilizó la relación. El cantante no toleraba que su mujer aparezca en las revistas o en la TV muy suelta de ropa y los celos se adueñaron de él.

En el medio tuvieron varias idas y vueltas con reconciliaciones y rupturas mediáticas en el programa de Susana Giménez, en lo de Jorge Rial y en lo de Macu Mazzuca. Pero actualmente pareciera que la pareja ya no tiene vuelta atrás. Después de rechazar a Diego Maradona y de histeriquear con Huberto Roviralta, ella se muestra feliz junto al jugador de fútbol Aldo Osorio. “Me encanta cómo es, como persona, porque Nazarena tiene eso que te hace reír, es bien de barrio, es como yo”, dijo el flamante galán.

El costo de ser “la chica del momento”

Antes de su explosión mediática Nazarena trabajó en varios comerciales y participó de ficciones como “Gasoleros”. Pero su esplendor llegó cuando Gerardo Sofovich la incluyó a su clan de chicas. No sólo la contrató sino que se encargó de convertirla en su protegida junto a Florencia de la V y la puso al frente de “El champán las pone mimosas”.

Así comenzó una seguidilla de compromisos laborales que la llevaron a poner en riesgo su vida. Tuvo un principio de anorexia y se accidentó con el auto en más de una oportunidad. Afortunadamente, no pasó a mayores.

“No era que me veía gorda, sino que por todas las obligaciones que tenía me olvidaba de comer.  Mi familia estaba muy preocupada por mi salud”, explicó la vedette en su momento.

Cultora de “Currolandia”

Si existe algo que la ex de Agostini reconoce a menudo es su gusto por el dinero y los beneficios de ser un personaje mediático como ser invitada a todos lados. “Me ponen en un VIP,  firmo autógrafos y gano más tomando champán que haciendo una semana de teatro”, manifestó la rubia.

A punto de cumplir los 30 pero con una experiencia de vida que podría ser la de una mujer de 40, también sabe reconocer que no encabeza una obra por tener el talento de Norma Aleandro sino por su carisma, belleza física y presencia en el escenario.

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