Francisco y una "homilía" para la política argentina

Política

El Papa brindó una entrevista en la que ofrece un mensaje concreto a la clase política y dirigencial nacional, en tono de catequesis doméstica.

El papa Francisco volvió a elegir al diario La Nación para marcar pautas sociales, políticas y religiosas; recordar su pensamiento sobre algunos temas que le preocupan y enviar mensajes concretos a la clase política y dirigencial argentina, aunque él niegue su influencia en la política nacional. Su anterior "bajada de línea" había sido con Joaquín Morales Solá el pasado 5 octubre, también en Santa Marta. Nada es casual y aún menos en la persona de un jesuita.

Hoy como aquella vez Francisco habló principalmente de las repercusiones del Sínodo de Obispos y el rumbo de la Iglesia, de la actualidad política y de los políticos que buscan capitalizar en votos la foto que se sacan con él en Roma, de las tensiones vaticanas relativas a posibles cambios doctrinales sobre los divorciados o los homosexuales sin excluir las discusiones sobre las finanzas vaticanas y el futuro del Banco Vaticano.

En ambas ocasiones Francisco demostró claramente ser un pastor y un político preocupado por la situación mundial y especialmente por lo que sucede en Argentina. Sin embargo, sus gestos parecen demostrar lo contrario: que por el momento no conceda más audiencias privadas para evitar usos con fines políticos y electorales por las elecciones presidenciales de 2015 no significa que aplique esa misma vara para sí mismo. Dejar en claro que no recibirá más a dirigentes políticos argentinos salvo en audiencias generales, no implica que evite pronunciarse sobre la situación del país.

"La Argentina tiene que llegar al término del mandato en paz. Una ruptura del sistema democrático, de la Constitución, en este momento sería un error", afirma el papa Francisco, líder de los católicos y jefe de un estado extranjero. ¿Sus declaraciones no implican inmiscuirse en los asuntos internos del país? Hace dos meses había dejado trascender que a la Iglesia le interesaban tres cuestiones institucionales cruciales de la Argentina para el futuro próximo: que exista un respeto de la dirigencia política hacia las instituciones, que el gobierno termine normalmente en diciembre del 2015 y que el próximo gobierno no herede una situación inmanejable. En cierto punto, pareciera que ha perdido la neutralidad que pregona.

Por mucho menos el gobierno argentino citó a funcionarios de la embajada norteamericana a retractarse cuando osaron opinar sobre la realidad local.

Casualmente se lee también una tajante desmentida "a lo Bergoglio" a las declaraciones del flamante embajador ante la Santa Sede, Eduardo Valdes, sobre una posible visita al país. "Quizás en 2016. No en 2015", afirmó Francisco poniendo freno a las expectativas del diplomático por torcer una decisión que ya está tomada. En ámbitos políticos y diplomáticos que conocen al Pontífice sostienen que la relación entre ambos no será la misma una vez que Valdes asuma.

"Que todos puedan decir sus cosas con total libertad. La libertad es siempre muy importante", repite una y otra vez. Su mensaje, lo que él piensa, está escrito en la exhortación apostólica "Evangelii Gaudium". Aquello que no escribió, lo trasluce en gestos. Repitiendo el viejo y malicioso dicho eclesiástico, "ni Dios Padre sabe lo que piensan los jesuitas".

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