Los antecedentes del movimiento de Griesa son zigzagueantes: mientras que en otras tres fechas de vencimiento permitió -mediante permiso especial- que el Citibank efectyara el pago local, a fines de 2014 bloqueó un intento de los bonistas europeos de cobrar bajo jurisdicción del Viejo Continente y ratificó la inviabilidad del pago a través del Bank of New York Mellon.
En la última audiencia, según trascendidos, el juez estuvo dubitativo y desorientado. Incluso errático en las preguntas, desconociendo los bonos y vencimientos sobre los que debe resolver.
Tres argumentos constituyen la postura argentina para explicar que el mecanismo no debería estar bajo la órbita jurisdiccional de Griesa: que los bonos son locales y, por lo tanto, es deuda interna en moneda extranjera; que el Citibank no es agente de pago -como BONY o Euroclear- y que, si no paga, corre riesgo de ser sancionado.
Para los fondos buitre, que exigen una dueda de 1330 millones de dólares -y a los cuáles mediante el mecanismo de me too se añadirían otros 6 mil millones de dólares-, no se puede avalar el pago porque son canjes promocionados en todo el mundo y no solo internamente.
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