La devaluación del Obelisco: ya no recibe más campeones

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El lugar donde habitualmente se celebran grandes conquistas cambió su rumbo este 2012: River festejó el ascenso, Arsenal casi no llevó gente y los hinchas de Boca se juntaron tras el subcampeonato.

Supo ser el epicentro de celebración de las conquistas más importantes del fútbol argentino. Sin embargo, en este 2012, el Obelisco porteño no se pudo vestir de gala como en sus mejores noches, ya que los dos clubes más grandes de Argentina, Boca y River, festejaron logros de menor relevancia y Arsenal, el campeón del fútbol argentino, casi no llevó hinchas a la Plaza de la República.

La tendencia la abrió el Millonario, que el 23 de junio consumó su esperado retorno a la Primera División y algunos de sus hinchas, más para descargar su bronca que por la relevancia del ascenso, se congregaron en el Obelisco sin importarle demasiado las críticas de otros hinchas de River que no estaban de acuerdo con tanto festejo.

Otro caso es el de Arsenal, el último campeón del fútbol argentino. Dada su poca cantidad de hinchas por ser un club chico, su título casi no tuvo representantes en el emblema porteño, a excepción de algunos valientes que pese al frío agitaron las banderas celestes y rojas en el cruce de las avenidas Corrientes y 9 de Julio.

Y para confirmar la tendencia, el que se sumó a esta especie de "festejos sin demasiado festejo" en el Obelisco fue Boca, que cayó en la final de la Copa Libertadores de América ante Corinthians en Brasil por 2 a 0.

Así fue que, tras la derrota y el trago amargo por haberse quedado en la puerta de su séptimo título continental, un numeroso grupo de hinchas xeneizes (similar al que juntó River tras el ascenso) desafiaron las posibles cargadas y desataron toda su ebullición en plena 9 de Julio.

Con todo este contexto, cuesta entender el verdadero porqué, pero lo cierto es que ese mismo escenario que se hizo famoso por albergar los festejos más importantes del fútbol argentino (los Mundiales 78 y 86, entre tantos otros), hoy vive un panorama diferente.

A la par de la crisis de los clubes más grandes del país, el emblema porteño sufre su propia debacle. Y el 2012 no fue el mejor año para salir a flote.

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