Francia no le cree a EE.UU., que niega haber espiado a sus presidentes

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La diplomacia mundial está en vilo ante el informe que asegura que la NSA intervino durante los últimos años las comunicaciones de los mandatarios galos. La base de operaciones estaría a solo 250 metros del palacio Eliseo.

Estados Unidos rechazó estar interviniendo las comunicaciones del presidente de Francia, François Hollande, y negó también que lo vaya a hacer en el futuro tras las últimas revelaciones sobre el posible espionaje estadounidense a los últimos tres mandatarios del país galo.

"No estamos interviniendo ni vamos a intervenir las comunicaciones del presidente Hollande", aseguró Edward Price, vocero del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca.

"De hecho, como hemos dicho anteriormente, no llevamos a cabo ninguna actividad de vigilancia en el extranjero salvo que haya una razón específica y comprobada de seguridad nacional", agregó, aunque no aludió a las acusaciones específicas de espionaje en el pasado durante los años 2006 y 2012.

La polémica se ha vuelto a desatar después de que los medios Libération y Médiapart publicaran filtraciones de WikiLeaks que reflejan que los servicios secretos estadounidenses presuntamente espiaron entre 2006 y 2012 a los tres últimos presidentes franceses: Jacques Chirac, Nicolás Sarkozy y Hollande.

"Estamos trabajando estrechamente con Francia sobre todos los asuntos de preocupación internacional, y los franceses son socios indispensables", concluyó.

Mientras tanto, el primer ministro de Francia, Manuel Valls, subrayó hoy que EE.UU. ha violado la confianza de su país y pidió que repare "el daño causado" por esa práctica "inaceptable".

En la sesión de control al Gobierno en la Asamblea Nacional, el primer ministro tachó ese espionaje de "muy grave y anormal entre Estados democráticos aliados", y consideró que "no es legítimo" proceder a ese tipo de vigilancia "en nombre de los intereses nacionales".


Valls estimó que Washington debe "ir más lejos" que con los compromisos adoptados en 2013, cuando aseguró haber puesto fin a esas prácticas, y abogó por el establecimiento de "un código de buena conducta" en materia de información y de respeto de la soberanía política entre aliados.

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