Crismanich, la esperanza argentina en Rio: "Tengo más fe que antes de lograr mi lugar"

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Sebastián Crismanich, la gran figura del taekwondo argentino, es de esos tipos que no rezongan por lo que les toca vivir, por más que vengan una racha nefasta, con tres lesiones graves en tres años, como le sucedió a él. La última, la fractura de tibia y peroné con desplazamiento que sufrió en marzo del 2015, lo dejó 11 meses sin competencia, pero el correntino saca lo positivo.

"Ahora siento que soy mejor persona y deportista. Cuando te pasa una lesión así, atravesás muchos estadios: incertidumbre, tristeza, esperanza, ansiedad... El mundo parece que se te viene encima, pero si lo superás, te fortalece. Y yo lo hice gracias a un gran trabajo de equipo", cuenta, emocionado, luego de volver a la acción y lograr la medalla de bronce en el Abierto de Estados Unidos realizado en Reno, Nevada.

"Física y mentalmente me sentí muy a gusto. A medida que pasaban los combates me fui notando mejor y encontrándome conmigo mismo, que era lo que quería. El objetivo era entrar a pelear sin pensar en la pierna y lo logré. La lesión ya es algo del pasado. Pude concentrarme en lo planteado y, desde lo técnico y lo táctico, se vio reflejado lo que buscamos", relata.

Una de sus patadas en los cuartos de final ante el local Connor Wilson, la que lo depositó en la semifinal, fue una de las más destacadas del certamen.

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"Cada acción que uno intenta, con este grado de dificultad y sobre todo el conectarla en un momento preciso, con un marcador adverso para dar vuelta un score, como me pasó con el estadounidense, te llena de confianza, te das cuenta de que estás mejor, que vas por el buen camino. Noto que todavía tengo el fuego en mi cabeza y eso es importantísimo. Me ayuda a seguir encadenando otras técnicas que vengo desplegando en esta etapa para que vean otra versión y no sea tan fácil estudiarme de cara al Preolímpico", manifestó.

A la hora de hablar de su esperado retorno, Crismanich asegura que lo vivió con "emoción y alegría" y también con nervios. "Es mucho tiempo sin competir y uno tiene miedos, que fui superando con las charlas con mi psicólogo. Por suerte fuimos de a poco, en lo físico, lo técnico y lo mental. Pero pude disfrutar el regreso, sobre todo porque las cosas salieron como queríamos. La verdad es que me siento mejor de lo esperado a este punto, llegaremos muy bien a marzo", contó.

El 11 y 12 de marzo llegará la hora de la verdad para Crismanich. Las lesiones no le permitieron clasificarse a Río 2016 y su última chance es en el Preolímpico de Aguas Calientes, en México. "Hay una plaza, es a todo o nada, pero ya venía con confianza y ahora me tengo más fe que antes para clasificarme a los Juegos y poder defender el oro olímpico", admite.

Crismanich ya está en Canadá, pero no se olvida de Argentina y de su tarea social que sigue en Corrientes gracias al apoyo de Weber Saint Gobain, su sponsor. "Estamos en camino a mejorar la infraestructura a un comedor en Las Palmiras, un paraje a 60 kilómetros de la capital correntina. Ahí está el mayor foco de desnutrición de la provincia y es indispensable ayudar. Mi compromiso con la sociedad es total y es mi forma de dejar una huella junto a Weber", concluyó.

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