El presidente de Filipinas confesó que mató a delincuentes "para dar el ejemplo"

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Rodrigo Duterte confesó que cuando era el intendente de Davao mató personalmente a presuntos delincuentes para dar el ejemplo a la policía. "Si yo lo podía hacer, ellos también", sostuvo el mandatario durante un discurso.

Duterte hizo los comentarios en un discurso ante empresarios al referirse a la campaña para erradicar el narcotráfico que condujo a la eliminación de miles de personas desde que asumió como presidente el 30 de junio.

Al evocar a los muertos por la policía en la actual guerra contra el narcotráfico, Duterte dijo que había encabezado una política similar cuando era alcalde de Davao, que dirigió durante las últimas dos décadas.

"En Davao solía hacerlo personalmente. Simplemente para mostrarle a los muchachos (policías) que si yo lo podía hacer, ellos también", dijo Duterte en su discurso en el palacio presidencial.

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"Salía por Davao con una moto a patrullar las calles y también buscando problemas. Realmente estaba buscando una confrontación para poder matar".

El abogado, de 71 años, respondió además a las críticas de organismos de defensa de los derechos humanos y del presidente norteamericano Barack Obama sobre su brutal campaña contra los narcotraficantes, asegurando que la seguirá implementando.

"Si piensan que la voy a detener porque me da miedo que Obama se sume a los de derechos humanos, lo siento, no lo voy a hacer", dijo.

Ante expatriados filipinos durante una visita a Camboya este martes, Duterte bromeó sobre el tema, contando que cuando era alcalde, acompañaba a policías y disparaba contra sospechosos.

"A veces iba con ellos. Si ustedes dicen que maté a alguien, quizá lo hice. Cerraba los ojos pues tenía miedo de disparar", dijo Duterte.

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Defensores de derechos humanos acusaron a Duterte de haber dirigido en Davao escuadrones de la muerte que mataron a más de 1.000 personas, incluyendo a niños.

Duterte ganó las presidenciales de mayo holgadamente con sus promesas de extender por todo el archipiélago su política de represión municipal. Prometió que 100.000 delincuentes serían asesinados y que los cadáveres servirían de alimento para los peces de la bahía de Manila.

En cinco meses, la policía anunció haber acabado con 2.086 personas en operaciones antidroga. Además, otras 3.000 fueron abatidas en circunstancias inexplicadas, según cifras oficiales.

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