Chubut: encontraron el tomate más antiguo de la historia

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El tomate bautizado "Infinemundis", que significa "del fin del mundo", forma parte de la familia Solanaceae y fue encontrado en 2011 en la zona de Gastre, al noroeste de Chubut.

Luego de que en 2014 se descubriera el que es considerado el dinosaurio más grande del mundo. Otra vez fue el Museo Egidio Feruglio de el Chubut el que encabezó un gran descubrimiento que terminó confirmando que el tomate más antiguo de la historia fue descubierto en el pequeño poblado de Gastre, en la meseta de Chubut donde ahora se pretende impulsar la actividad minera.
La investigación demandó seis años de trabajo y ayer se conoció por la revista "Sciencie", una de las dos publicaciones más prestigiosas del mundo. La noticia causó furor en el universo de la ciencia y durante toda la jornada tanto el teléfono del Museo de Trelew como el del investigador Rubén Cúneo, geólogo especialista en paleobotánica y director de la institución desde hace 25 años, no pararon de sonar por llamados de todas partes del mundo.

Gastre
Encontraron al tomate más antiguo de la historia
Encontraron al tomate más antiguo de la historia
Es una cosa increíble, es una cosa de locos, recién acabo de cortar con un medio de Suecia”, dijo al diario El Patagónico.
"La importancia económica que tienen este tipo de plantas hacen que se genere esta cosa increíble. Pero este es el resultado de un proyecto de largo alcance que estamos llevando a cabo hace más de 15 años con otras instituciones y que ha producido muchos resultados en los últimos años, aunque este en particular ha llamado mucho la atención por la trascendencia que tomó”, agregó.

El tomate bautizado "Infinemundis", que significa "del fin del mundo", forma parte de la familia Solanaceae y fue encontrado en 2011 en la zona de Gastre, al noroeste de Chubut, sobre una formación volcánica bautizada por los científicos como "Laguna del Hunco".
Este lugar representa “una verdadera ventana al pasado y que ha preservado a lo largo del tiempo una increíble diversidad de plantas, además de pequeños anfibios y peces”, aseguraron desde el Museo, luego de que la noticia repercutió en todo el mundo.

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Según Cúneo, “se trata de un depósito que se formó a partir de una caldera volcánica, que luego se transformó en un lago. Este lago estaba instalado en una zona muy lluviosa, rodeada por un bosque increíblemente diverso. Entonces todos los restos (del bosque) que se producían año tras año, caían al lago y se depositaban en el fondo, donde las condiciones anóxicas (sin oxígeno) eran suficientes para preservar restos orgánicos”.
El lugar realmente es rico en fósiles y a lo largo de estos 15 años los investigadores han encontrado diversos hallazgos, como el primer registro de Eucalyptus en Sudamérica (cuyas especies actualmente son australianas e introducidas en el resto del mundo) y el registro más antiguo del género Agathis (perteneciente a la familia Araucariaceae, un grupo que hasta el momento se pensaba de origen australiano o asiático).

Más allá de los antecedentes de la formación, cuando encontraron el tomatillo –según reconoció Cúneo a El Patagónico- sus restos "entraron en la cola de estudios; recién cuando nos dimos cuenta de la envergadura que podía tener comenzamos a trabajar fuertemente”.
La labor fue ardua y compleja y se extendió incluso hasta ayer, cuando la publicación generó el interés científico de Gran Bretaña, Estados Unidos, Francia y Japón, entre otros países de donde llamaron al investigador, por una simple razón: “los restos son casi idénticos a la planta actual del tomate y esto hizo que se extendieran sus orígenes por 30 millones de años”.




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