"No sé cuántos quedan como Jorge Guinzburg; no sé si los hay"

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Al cumplirse hoy cinco años de la muerte del hincha más famoso de Vélez, el periodista Gastón Recondo recordó la grandeza periodística de Jorge Guinzburg, que sobresalió en su rol de entrevistador sagaz, incisivo pero simpático.

Con una mezcla de sentimientos entre alegría y nostalgia, el periodista Gastón Recondo recordó a su compañero de trabajo, quien era el conductor de Mañanas Informales. El panelista deportivo del programa, quien mediante una apuesta llevó a que el humorista se afeitara al aire el bigote que lo acompañó durante toda su vida, contó las anécdotas vividas junto a un hombre que con su metro y medio de altura fue un grande en la historia del espectáculo argentino.

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¿Cómo era trabajar con Jorge Guinzburg?
Era hacer un máster todos los días, porque él era súper profesional. Yo llegaba al canal 8.15, el programa empezaba 9.30, y él ya estaba ahí, estudiando a los invitados, viendo los chistes que preparaban los guionistas, todo con tiempo, muy responsable y en general con buena onda.

¿Cuál creés que era la faceta en la que mejor se desempeñaba?
Mirá, él era humorista y guionista, hasta escribió libretos para Tato Bores. Además, fue publicista e inventó la frase "el sabor del encuentro", que todavía se usa 30 años después. Pero para mí, su mejor faceta fue la de periodista y entrevistador, era excelente porque tenía buen ojo de dónde estaba la noticia. Igualmente, de grande se había vuelto piadoso, porque en las entrevistas que él hacía en el programa, si el protagonista se ponía a llorar, no seguía profundizando en el dolor de la persona, y eso mostraba una sensibilidad espectacular.

Guinzburg se distinguía por sus reportajes. ¿Cuál creés que fue una gran entrevista?
De los de Mañanas Informales, me acuerdo de una de las veces que vino Diego Maradona y contó que a la mamá siempre le dolía la panza y que de grande había dado cuenta de que era porque no había comida para todos y prefería que coman sus hijos. Lo contó muy emocionado y hasta Jorge se emocionó. Otra que me acuerdo fue cuando trajimos a Leopoldo Federico, un gran director de orquesta argentino. A Guinzburg le encantaba el tango, pero en ese momento ya existía el minuto a minuto y tocar tango al aire era medio jugado, porque estaba instalado que al público no le iba a gustar. Igualmente, Federico tocó y en ese instante lo tenía parado al lado a él, y le pregunté en cuánto estábamos de rating y superábamos los 10 puntos. Me miró y me dijo: "No sabés lo bien que me siento de medir con esto".

¿Cómo era él cuando se apagaban las cámaras?

Era tal cual se lo veía en la tele, un tipo de muchísima personalidad, yo lo conocí de grande, pero la mayoría de los que trabajaban en Mañanas Informales, que lo conocían desde hacía 15 años, decían que era igual. A él le encantaba armar grupos de trabajo y organizar reuniones en su casa, porque sentía que ahí había un ambiente hogareño. En general, casi todos los programas a fin de año hacen fiestas en algún boliche. En cambio, a él le gustaba festejar de otra forma, y a fin de año, pasábamos el día en un club. Desde el que limpiaba el piso, hasta él, absolutamente todos disfrutaban del festejo en la pileta, jugando al fútbol, comiendo un buen asado. Eran las 7 de la tarde y no se quería ir nadie, era espectacular.

¿Recordás algún momento vivido con él fuera de cámara?
Si, cuando en el Mundial de Alemania fuimos a ver Arabia Saudita versus Túnez, pero conseguí entradas en la última fila. El se retrasó en su programa, con lo cual llegaba tarde al partido, pero no podía venir corriendo porque era asmático y se agitaba. Cuando llegó hasta el último piso donde estaban nuestros asientos, me quería decir de todo. Al lado mío había productor que trabajaba en TYC sports y Jorge le comentó: "Así se debe ver desde arriba de rodo en la cancha de River" y el chico le contestó: "No sé, no conozco la cancha el Monumental". El enano lo miró y le dijo "¿pero a vos quién te contrató?". Tenía estas cosas, que en otros sonaban groseras, pero que de él eran perdonables porque te lo decía todo con una sonrisa y desde su metro y medio de altura.

En una entrevista el había dicho: "La misión sacerdotal que le quiero dar a mi vida es la de dar alegría". ¿Creés que la cumplió?
Si, por supuesto y también cumplió otras misiones. Nunca se guardaba nada, y además de dar alegría también daba ejemplo. El decía que iba a exigir, pero que antes de eso, iba a mostrar que el también era capaz de exigirse a sí mismo. Para mí, él hacía docencia implícita, aun hoy me acuerdo de frases o charlas con él y me doy cuenta de que me estaba enseñando.

¿Qué frase de él te marcó?
Cuando nos dijo: "Somos periodistas". Fue el verano que AM había levantado mucho por Gran Hermano y nosotros estábamos preocupados, porque habíamos salido al aire hacía poco. El nos juntó a todos y dijo: "Están asustados, ¿no? Quédense tranquilos que vamos a ganar, y vamos a ganar no porque seamos más lindos o porque tengamos mejores invitados, vamos a ganar porque somos periodistas" Yo no me lo olvido más, esa frase me marcó de ahí en adelante.

¿Qué le aportó a la televisión argentina?
Yo lo que más destaco de él, teniendo en cuenta las inseguridades que suelen tener las personas en los medios, que él siempre intentaba mejorar, y cuando tenía que buscar compañeros para un proyecto, buscaba pares o incluso gente superior a él para intentar alcanzarlos. Contrataba personas que también tuviesen su protagonismo, y eso es grandeza. En Mañanas Informales, él era el gracioso pero tenía al Payaso Mala onda que era más cómico que él, y sin embargo, disfrutaba las cosas que hacía el Bicho Gómez y lo hacía lucir constantemente. No se cuántos quedan como Jorge Guinzburg. No se si los hay.

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