Alguien tiene que pedirle perdón a Burgos

Escribe Mauro Szeta

El juicio por el caso Piparo ya es historia. Por un lado, el título obvio, la noticia obvia es que cinco de los integrantes de la banda que la asaltó y baleó, fueron condenados a perpetua. Hasta ahí, justicia.

Las pruebas contra los acusados eran importantes. Escuchas telefónicas, reconocimientos en rueda positivos, cruces telefónicas, dinero secuestrado, videos, y hasta confesiones, sirvieron para dar por probado que Carlos Moreno fue el que disparó, que Miguel "Pimienta" Silva, fue el marcador, que Carlos Jordán Juárez, fue el jefe de la banda, y que Luciano López y Juan Manuel Calvimonte, tripularon la moto y la camioneta que se usaron para la emboscada criminal. Hasta acá, todo muy clarito.

Ahora, tal como lo venía denunciando desde hace casi tres años, Carlos Burgos, era inocente. Y así lo determinó el Tribunal. Este chico, de 20 años, con antecedentes por ladrón, con su padre preso por salideras similares, no tenía nada que ver con el caso.

Se cansó de gritarle a todo el mundo que era inocente. Lo acusaban ni más ni menos, de ser el tirador, lo que le valió el mote de "matabebés" en la cárcel.

Las pruebas contra él fueron siempre escasas, pero el fiscal, lo dejó preso, basado en la identificación positiva por parte de dos testigos. La historia fue así. El día de la salidera mortal, que terminó con el bebé Isidro muerto, a Burgos lo citaron a la comisaría segunda de La Plata por una de sus viejas causas como ladrón, y Burgos fue. En paralelo entraron a esa comisaría, un electricista y su mujer, que habían perseguido a los motochorros con su propia camioneta. Cuando ellos estaban declarando en la comisaría, los policías le mostraron a Burgos, y la pareja lo reconoció como el tirador.

Desde siempre, la defensa de Burgos denunció que esa identificación había sido inducida por los policías. Nadie lo escuchó durante tres años. Por suerte para Burgos, la propia Carolina Piparo dijo en el juicio que el tirador no había sido él, sino Moreno, con lo que allanó su camino para desincriminarlo.

Antes hubo más pruebas que favorecían a Burgos, que nadie había escuchado, como por ejemplo, la prueba de parafina -revela si alguien disparo un arma- negativa, y su ausencia en los cruces telefónicos.

Lo bueno, es que el fiscal Marcelo Romero, el mismo que mandó a detener a Burgos desde el arranque, se dio cuenta, en el juicio, -tarde, pero se dio cuenta- de la inocencia y desistió de acusarlo. Ahora, habrá que investigar si a Burgos, los testigos lo marcaron por error o se trató de una causa armada por policías, desesperados por cerrar el caso, con un chivo expiatorio.

Como dijo Burgos en alguna entrevista que dio: "Soy chorro, pero no mató bebés". Alguien, desde el Estado debería pedirle perdón por los tres años que estuvo preso siendo inocente.  Si el perdón no llega, alguien, también desde el Estado, podría hacer algo, para que este chico no vuelva a robar, y se resocializa con un trabajo digno. Eso, al menos eso, para empezar otra vez.

Dejá tu comentario