Una remera que diga "I ❤️ Internet"
A mis 12 años todo cambió cuando mi papá me compró mi primera computadora. Y si bien tengo algunos recuerdos de cómo era mi vida antes de eso, lo que no puedo hacer es imaginar cómo sería hoy si no existiera la red de redes.
Hay algunos servicios que tienen su contraparte analógica –como es el caso del correo convencional y el e-mail, por ejemplo–, pero en otros casos es completamente imposible. No sé cómo haría hoy para aprender a cambiar el cuerito de una canilla como hice hace semanas a través de YouTube, cómo ir hasta determinado lugar sin Waze o Maps, cómo me sacaría las decenas de dudas que tengo diariamente como hago con Google o cómo podría comunicarme de forma instantánea con cualquier persona del mundo como puedo hacer con WhatsApp.
Aunque en mi adolescencia lo hacía, no se me ocurre cómo haría hoy para organizar una juntada por mi cumpleaños en un bar sin Internet. ¿Llamar por teléfono a todos los invitados? Hablar por celular se convirtió en una de las actividades que más odio. Prefiero no festejar nada. No por nada Google, que entiende muy bien la aversión de los millennials a la hora de hablar por teléfono, creó un sistema que lo hace por sus usuarios y reserva restaurantes, peluquerías y pide horarios de locales en días feriados.
Internet forma tan parte de mi cotidianeidad que sería directamente imposible pensar mi vida sin ella. Crecimos, de alguna manera, juntos. La viví desde Geocities, desde que conectarse era escuchar ruidos extraños que salían del modem, desde que usábamos IRC para comunicarnos, desde que no existían las redes sociales ni los celulares inteligentes, ni la posibilidad de escuchar una canción o ver una película en cuestión de segundos, desde que Internet era feísima pero espectacularmente libre, desde que nuestros datos personales no le interesaban a nadie. Gracias a esa Internet repleta de texto y GIFs pixelados fui convirtiéndome, poco a poco, en quien soy.
De lo que sí puedo estar seguro es que mi vida sin Internet sería demasiado aburrida. Eso es una de las cosas que recuerdo vagamente de antes de la llegada de la hiperconectividad. Cuando era chico y no había ningún dibujito que me gustara en la televisión o cuando mis amigos del barrio no estaban para jugar, solía aburrirme. Ese sentimiento ya no existe. Si estoy en mi casa sin nada que hacer, Internet es el primer lugar al que recurro. YouTube siempre tendrá un video interesante para ver, en Twitter siempre va a haber alguien quejándose de algo, Reddit siempre tendrá un nuevo meme que me divierta o la Wikipedia siempre tendrá un artículo interesante que abordar. Internet mató el aburrimiento.
Si no hubiese sido por los e-zines como Black Riders y las salas de chat donde reinaba el texto, quizás nunca me hubiese interesado por la escritura y ni siquiera hubiese estudiado periodismo. Creo que sólo queda agradecerle a Tim Berners-Lee, el creador de Internet, por haberme formado mejor que lo que cualquier otra persona o entidad podría haberlo hecho.
Temas
Las Más Leídas
Dejá tu comentario