¿Vivimos en una democracia ficcional?

Sociedad

La democracia no se agota en la posibilidad de votar representantes ya que además es un modo de organizarnos y alcanzar la justicia pero ¿hay plena democracia si se pretende callar las voces disidentes?

federico mana chapa

Damos por hecho que vivimos en un régimen democrático porque nuestros representantes políticos son elegidos mediante el voto de la ciudadanía cada dos años. Ahora bien más allá de esta indubitable situación podemos decir que la democracia no se agota en los comicios; un régimen democrático debe garantizar el derecho al voto de sus ciudadanos pero así también la libre expresión y propiciar la convivencia de todos los sectores de la sociedad mediante el ejercicio de la justicia.

El filósofo estadounidense John Rawls afirmaba que para que haya justicia deben darse dos principios básicos: el principio de la libertad y el principio de la diferencia. Por este último se refería a la necesidad de que los desfavorecidos gozaran de los mayores privilegios a fin de poder lograr equidad, circunstancia que también se refleja en la igualdad de oportunidades para el acceso los distintos puestos que una sociedad organizada puede ofrecer.

En cuanto al principio de libertad, jerárquicamente superior al antes mencionado, lo que Rawls sostiene es que ha de ser inviolable debido a que a través de él se garantizan las libertades políticas, de expresión, de conciencia y pensamiento. ¿Puede ser justa una sociedad donde no se respeta la libertad de sus miembros?

En este punto surgirá sin dudas el debate respecto a si debe tenerse en cuenta aún la libertad de pensamiento de aquel que sostiene que no debiera existir la libertad de pensamiento, tema bien abordado por Karl Popper y su paradoja de la tolerancia. Sin embargo, más allá de esto, podemos comprender cómo se vuelve imposible una sociedad democrática sin libertad de expresión ya que esto fomentaría una perspectiva única pasible de ser impuesta a todos los miembros de una sociedad quienes no estarán en condiciones óptimas de elegir lo mejor para ellos en absoluta autonomía.

Por todo ello, y en vistas del ataque que se hace en la actualidad a los trabajadores y las trabajadoras del grupo de medios no oficialista que incluye a C5N, Radio 10 y minutouno.com es que podemos preguntarnos si esta democracia responde al sentido pleno de lo que significa o es más bien una especie de “democracia ficcional”, un constructo que pretende mostrar algo que no es tal.

¿Cómo puede ser un régimen totalmente democrático si no garantiza la justicia y la equidad mediante la libertad de expresión? Claramente no podemos decir que vivimos en un régimen no democrático ya que eso sería, cuanto menos, una imprudencia falaz, pero sí podemos comprender que hay cuestiones que esperamos de este concepto que no se están cumpliendo.

Buscar entorpecer el despliegue de un discurso diferente al oficial es pretender, ni más ni menos, clausurar una perspectiva, negarle el derecho a la existencia a la diversidad y, con esto, pretender la imposición de una sola mirada sobre la realidad. Los grupos mediáticos son en nuestro presente grandes formadores de opinión y, nos guste o no, un elemento de peso a la hora de formar la consciencia de las personas. Así es que el sistema de premios y castigos sostenido para interferir en ellos es un fenómeno que colabora fuertemente para crear una ficción de democracia.

De todas formas la existencia de esta ficción quizás no sea tan grave como la nula consciencia sobre ella. Pero ¿cómo tomar noción de la pérdida de calidad de nuestra democracia bajo una sola perspectiva? Asimismo ¿cómo se puede pretender alcanzar la justicia si, en pos de acallar voces, se pone en peligro la sustentabilidad de 400 familias? ¿Es democrático quien sólo busca favorecer a aquellos que le son útiles?

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