Adolescentes fonoadictos
*Los adolescentes viven pegados al teléfono mientras que los padres deben afrontar el gasto que ese uso excesivo genera.
*minutouno.com consultó a especialistas que explican el por qué de esta costumbre y cómo hacer para manejar esta situación.
El uso indiscriminado del teléfono suele ser una práctica adjudicada en su gran mayoría a los adolescentes. Mientras, los padres reciben las abultadas e infartantes cuentas telefónicas a fin de mes. ¿Por qué hablan tanto por teléfono? ¿Cómo hacer para solucionar el problema sin perjudicar la vida social de los jóvenes? Minutouno.com consultó distintos especialistas para encontrar una respuesta.
La realidad es que los adolescentes salen del colegio y no les alcanza el tiempo que pasaron con sus amigos para charlar que tienen que seguir por otros medios. En Punta del Este, muchos son los que sacrifican la playa por ir a arreglar por alguna vía de comunicación sus encuentros amorosos. Y el teléfono -pese a que hoy existen múltiples y variadas alternativas de comunicación- no deja de ser una herramienta de uso constante por ellos.
¿Por qué se cuelgan al teléfono tanto tiempo?
Los entendidos en el tema consultados por minutouno.com explicaron este actuar compulsivo de los adolescentes sobre dos ejes: insatisfacción y búsqueda de identificación.
Los adolescentes llegan a esta etapa cansados, con el acarreo de turbulencias, sin saber que les gusta, que quieren, hacia donde van…tal cual su rótulo lo indica: adolecen. Esta situación, según explicó la psicóloga Doris Saslavasky, les crea una sensación de insatisfacción, de vació que buscan suplir con conductas compulsivas como puede ser el uso indiscriminado del teléfono, del msn, del celular…
Por otro lado, la psicóloga Alicia Pose explicó a minutouno.com que los adolescentes se encuentran en una etapa en la cual necesitan crear su mundo a través de la identificación con sus pares, razón por lo que buscan estar comunicados con ellos el mayor tiempo posible.
“Los adolescentes necesitan del grupo para poder contarse entre sí descubrimientos relativos a la sexualidad, cambios, cosas que están descubriendo en el mundo y crear el suyo propio”, explicó Pose. Además agregó que “ no quieren que su vida intima les sea revelada a los adultos. De hecho hablan poco con sus padres. Necesitan tener secretos íntimos que les son necesarios para que ese joven vaya produciendo cambios. Tiene que ver con el paso de la endogamia a la exogamia”,.
Los expertos coincidieron en que la necesidad de independencia emocional respecto de los padres hace que los púberes se ensimismen más que antes. Sienten deseos de autonomía y libertad. Pero al no existir recursos internos, despliegan esa libertad sin cuidados. Ya sea consumiendo vorazmente a través del teléfono, arreglando encuentros y salidas en forma compulsiva o bien enojándose,
¿Cómo actuar ante está situación?
“En casa tengo tres adolescentes y pago una cuenta de teléfono de una suma exorbitante. Más los celulares de cada uno, más banda ancha de Internet. No hay modo, no puedo lograr que la cuanta baje. Probé varias formas, como hacerles pagar a cada uno de sus ahorros lo que gastó del teléfono de línea, poniendo línea control, pero nada sirvió”, contó Cristina a minutouno.com.
El psiquiatra Pablo Wizerberg expuso que frente a estas situaciones (ya sea teléfono, chat, celular u otros) los padres deben antes que nada conocer a sus hijos y todo lo que a su mundo se refiera. De manera de poder discernir cuando es algo imprescindible para sus hijos y cuando no. Y de seguro, lo que no hay que tener es una actitud policíaca.
“La idea es entender a partir del conocimiento que se tenga de la vida de los hijos. De hecho, el castigo frente al uso indiscriminadado del teléfono va a incrementarse cuanto menos se sepa de sus deseos, proyectos, intereses…Pese a que hay que tener firmeza en los límites no se debe dejar de reconocer al adolescente como una persona ajena al mundo de los padres y con el suyo propio ”, ahondó Wizerberg.
Saslavsky remarcó la importancia, no solo de la función materna sino también la paterna ya que es necesario un padre potente que pueda marcar límites y prohibiciones desde el afecto.
En cuanto a los límites aclaró que hay que ser realista y no imponer castigos incoherentes que no puedan cumplirse tales como el “nunca más”.
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