Represión frente al Congreso: tensión, gases y balas de goma contra trabajadores y jubilados
En medio de un clima social cada vez más caldeado, la Policía avanzó con violencia sobre una protesta multitudinaria contra el ajuste del Gobierno.
Una nueva jornada de protesta social frente al Congreso terminó este miércoles en un operativo represivo por parte de las fuerzas de seguridad. A medida que en la Cámara de Diputados se debatía la derogación de decretos del Poder Ejecutivo, en las calles se desplegaba un megaoperativo policial que avanzó con gases lacrimógenos, camiones hidrantes y balas de goma contra manifestantes de diversos sectores.
Jubilados, trabajadores estatales, científicos, docentes y personal de la salud fueron víctimas de una represión que dejó imágenes de alto impacto en pleno centro porteño. La jornada comenzó desde temprano con columnas que se fueron concentrando frente al Palacio Legislativo.
La consigna fue clara: rechazar el ajuste, exigir la restitución de derechos y denunciar el desmantelamiento del Estado a través de decretos y vetos. Participaron agrupaciones de jubilados, empleados del INTA, INTI, Vialidad Nacional, del Hospital Garrahan y delegaciones universitarias que reclamaban presupuesto para poder sostener las actividades del segundo semestre.
Un nuevo miércoles represivo frente al Congreso: ya es costumbre
Pasadas las 16 horas, la Policía de la Ciudad avanzó con violencia sobre la calle Paraná. Un trabajador de prensa fue atacado con gas pimienta mientras cubría la manifestación. Minutos después, camiones hidrantes se desplegaron por Avenida de Mayo y rociaron a manifestantes que intentaban asistir a un joven herido.
La represión se intensificó pese a que la protesta no había sido provocativa ni violenta, según denunciaron los propios participantes. En medio del caos, los testimonios aportaron crudeza al relato. “Nos vetan las jubilaciones y nos quieren hacer desaparecer”, dijo Beatriz, una exdocente de 72 años, que sostenía un cartel con la frase: “Los jubilados también votamos”.
A su lado, delegados estatales del INTI mostraban informes y estadísticas como prueba de la importancia estratégica de su trabajo. “Esto no es ideología, es desarrollo nacional. Nos quieren cerrar por decreto”, denunció uno de ellos.
La misma preocupación resonó entre los trabajadores de Vialidad Nacional, que también se hicieron presentes con argumentos concretos: “Construimos rutas, garantizamos la seguridad vial. No somos un gasto, somos parte del país que funciona”, expresó una técnica con dos décadas de antigüedad.
A pocas cuadras, desde la comunidad universitaria reclamaban el envío urgente de fondos para poder sostener las clases en el segundo semestre, mientras trabajadores del Hospital Garrahan denunciaban la falta de insumos en plena emergencia pediátrica.
Mientras en el recinto se discutían decretos que podrían redefinir la estructura del Estado, en las calles se vivía una escena de represión que volvió a encender las alarmas sobre el rumbo del Gobierno. Afuera, el pueblo pedía ser escuchado. Adentro, los legisladores mostraban con su voto de qué lado están.
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