Cómo pasó Omar Chabán el último fin de semana antes del inicio del juicio
*El ex gerenciador del local de Once vivió los días previos al juicio rodeado con amigos y familiares.
*"Acá nadie tendría que ir preso, salvo los que tiraron la bengala", señala Chabán en su círculo íntimo.
El sábado anterior al inicio del juicio de Cromañón, Omar Chabán organizó una fiesta para sus íntimos en la que pidió apoyo y más que nada, “buena onda”. Según una nota publicada por la revista Gente, Chabán organizó en un departamento una cena en la que se comió comida árabe y participaron artistas plásticos, músicos, compañeros de secundario y familiares.
“Es como Match-Point, la película de Woody Allen… En un momento de la vida, la pelotita queda en el medio y cae para el lado de la buena suerte. O de la mala…”. Estas palabras eligió Chabán para describir su situación luego de la fatídica noche del 31 de diciembre de 2004.
“Quisiera que ese día no llegue nunca. La imagen que tengo permanentemente es la de un túnel negro que no tiene luz al final”, les confesó Chabán a sus amigos. El ex gerenciador de República de Cromañón, que esta procesado por “estrago doloso seguido de muerte y cohecho activo”, se refugió en la casa de un amigo que se fue de viaje a Europa, en las afueras de la Capital.
El fin de semana, Chabán trató de despejarse y no pensar en el juicio. Antes de la primera audiencia se rapó el pelo como “una forma de purificación para estar concentrado en el tema”. El lunes comenzó a preparase para la audiencia, se reunió con su abogado, Pedro D’Attoli, leyó el expediente y revisó el informe de los arquitectos.
En este último tiempo, el ex gerente de Cromañón estaría pasando una difícil situación económica. “Omar no tiene plata. Ahora sobrevive con lo que le pasan los amigos”, relató uno de sus allegados.
En tanto, Chabán contó que por las noches le cuesta dormir y que se queda "toda la noche mirando lo que pasa en (los Juegos Olímpicos de) Beijing”.
“Acá nadie tendría que ir preso, salvo los que tiraron la bengala e incendiaron el lugar. Es una locura”, repite Chabán en su círculo íntimo.
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