El sentir de los venezolanos tras la muerte de Hugo Chávez

Política

Dos venezolanos y un chileno -que vive hace 25 años en ese país -, relataron a minutouno.com sus vivencias, el dolor y sus temores ante la muerte de Hugo Chávez. El respeto y la ansiedad en un país que decide su futuro.

Federico Ruiz Tirado es un hombre grande. Pero más allá de sus años -rondará los 50-, su grandeza deriva de la experiencia, de una vida dedicada a comprender la realidad de su país. Cuando lo conocí en Caracas tenía el espíritu alegre, la típica verborragia caribeña, la alegría de un hombre haciendo lo que mejor le salía: apoyar su revolución. Había estado como diplomático en Argentina –"amo el tango y el abasto", decía con amabilidad, con agradecimiento- y en Francia, había sido funcionario en comunicación y redactor desde lo oculto. Y sin embargo, lo que más disfrutaba era juntarse a conversar y analizar el momento histórico de Venezuela

Desde 2010 perdimos el contacto. Supe que estaba conduciendo un semanario –Misión Verdad- y que se dedicaba a "Quebrar la conspiración con cifras". Imaginé su alegría, su tonada cantada y la satisfacción por entregarse en pleno a lo que para él es "el proceso maravilloso". Cuando murió Hugo Chávez me acordé de él. Fue la primera persona que se me vino a la cabeza. Le hablé, pero andaba –extrañamente para un comunicador empedernido- sin palabras. Solo lloraba un poco y me pidió tiempo: "Estoy con el corazón adolorido, ya luego te escribo".

Ese es el sentimiento que embarga a –por lo menos- la mitad más uno de los venezolanos por estas horas. Ha pasado -es cierto- la desazón del golpe. Se paran erguidos y prometen continuar la revolución que ha comenzado. Se miran, se palmean las espaldas y se preparan para dar batalla el 14 de abril, fecha en que la CNE confirmó las elecciones para elegir al sucesor. "El candidato señalado públicamente por Chávez es Nicolás Maduro y no existe la más mínima duda de eso", explica Ricardo, un chileno que se exilió hace muchos años en Venezuela y colabora activamente con la revolución bolivariana desde la función pública. Con la voz aún quebrada y el dolor a flor de piel, despeja las dudas que emergían de una eventual disputa entre el vice –y actual interino- Maduro y el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello. 

"El discurso de despedida de Chávez del 8 de diciembre fue claro, expresó su deseo y todos acataremos eso", explica Ricardo, que aún no sale "del inmenso agotamiento físico y emocional" de estos días. Así está por estas horas el pueblo venezolano: aletargado. Aguardando el futuro, sin poder adelantar las horas, pero con la necesidad de saber qué pasará. Los unos y los otros

Jonatan Savedra es de San Cristóbal y fanático del Deportivo Táchira. De unos años a esta parte, estudió en Argentina y regresó para trabajar en el club que ama. Como gran parte de su ciudad, es opositor. Pero como los partidarios de Chávez, aguarda impaciente, nervioso y –repite mucho esto- "con mucho respeto".
 
"Nadie ha celebrado entre nuestra gente, a pesar de todos los problemas que tiene el país, aun se respeta el dolor humano y, a pesar de que la mitad no lo quería, esa mitad ha sabido mantener la calma y el respeto a un ser humano", explica Savedra. Entre sus dudas está la que todos profesan: saber si habrá chavismo sin Chávez. Dice que hace semanas vienen "arando el terreno y haciendo campaña política", que todo el manejo de la información ha sido cauteloso pero enfocado en que "no decaiga el sentimiento chavista". 

"Solo espero que mi país tenga un cambio ahora que hay oportunidad, porque la inflación y la inseguridad que tenemos son enormes", explica Jonatan y llama a respetar el dolor ajeno. Es difícil encontrar alguien que se manifieste públicamente en contra del clamor popular o que falte el respeto al duelo. La sociedad venezolana ha quedado pasmada ante la pérdida del punto de referencia –para lo bueno y lo malo- que dominó sus formas de pensar, vivir y opinar en los últimos 20 años. 

Otro punto de coincidencia entre adeptos y no tanto es la polémica decisión de embalsamar al mandatario fallecido. Para Jonatan es una muestra de que buscan reforzar el sentimiento  y no le gusta.

Para Ricardo es algo "incómodo, ajeno a nuestras costumbres", pero recuerda que es algo transitorio
: "Lo que la gente ha pedido es que Chávez vaya al Panteón Nacional junto a Bolívar y los grandes hombres y mujeres de la historia de Venezuela, y aunque la idea de un embalsamamiento me resulta incómoda, no hay que olvidar cómo, hace un tiempo, ver el rostro reconstituido de Bolívar fuera tan importante para tanta gente. Muchos, a futuro, estarán contentos de poder conocer el rostro de este segundo Bolívar". La cola para ver al presidente superó los 5 kilómetros. La decisión –explican en el círculo íntimo- es la única forma de conformar a los millones de venezolanos que pasan dos segundos frente al cadáver del presidente fallecido. 

El dolor conmueve a Ricardo. Nunca supo si se quedaría en Venezuela cuando Chávez ya no estuviera. En realidad –dice- nunca creyó que Chávez fuera a dejar de estar. Haciendo repaso de las últimas horas -de los últimos días y sus últimas horas-, recuerda que Caracas recibió la primera lluvia de la temporada a las 14 del martes 5 de marzo, pocas horas antes de la muerte de Chávez. Ese día, mientras veía los comercios cerrar, las calles de la zona Este –barrios ricos- en calma y la Plaza Bolívar repleta, supo –en el dolor inmenso- que "Chávez vivirá por siempre".

Brian Majlin.

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