Sean "Diddy" Combs fue absuelto de los cargos más graves, pero podría enfrentar hasta 20 años de prisión

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El jurado lo declaró culpable de trasladar personas con fines de prostitución en dos casos distintos. Ahora, la fiscalía pedirá la pena máxima.

El flamante veredicto leído en la sala del juez Arun Subramanian descolocó a propios y extraños: el jurado, compuesto por ocho hombres y cuatro mujeres, absolvió a Sean “Diddy” Combs de conspirar para cometer crimen organizado y de los dos episodios de tráfico sexual mediante fuerza, fraude o coerción, pero lo declaró culpable de trasladar personas con fines de prostitución en dos casos distintos, una decisión que acarrea un máximo de diez años por cada episodio y que la fiscalía ya avisó que pedirá que se cumpla íntegramente.

Así, tras siete intensas semanas de testimonios cargados de morbo y apenas dos días de deliberaciones, el artista que revolucionó el hip hop con Bad Boy Records salió airoso de las imputaciones más graves, aunque no consiguió despegarse por completo del banquillo: su destino inmediato dependerá, en buena medida, de si el magistrado acepta la propuesta de la defensa para liberarlo bajo fianza de un millón de dólares y entrega de pasaporte.

sean diddy combs

La escena posterior a la lectura del fallo fue tan cinematográfica como todo el proceso. Al escuchar que se libraba de cadena perpetua, Combs —55 años, detenido desde septiembre en la tenebrosa cárcel de Brooklyn, sin chance de salir ni siquiera a tomar aire en el patio— juntó sus manos, las alzó como en un rezo y las agitó en dirección al estrado en señal de gratitud; segundos después giró hacia la primera fila, donde sus más cercanos sostuvieron la respiración durante cada minuto de juicio, y soltó un susurro que se oyó hasta en la última butaca: "me voy a casa".

Todavía con la adrenalina en la piel, su abogado, Marc Agnifilo, encaró los micrófonos y celebró la mitad llena del vaso con una frase que ya quedó para los anales de los tribunales federales: “Este jurado le ha dado la vida”. Y, para reforzar la idea de que Combs no planea tentar a la suerte, remató de manera cruda y frontal: “sería un imbécil” si violara cualquiera de las condiciones que el tribunal pueda imponerle, comentario que provocó el inmediato murmullo de los fiscales y una catarata de gestos de desaprobación.

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La acusación oficial —que ubicó en el centro de la escena a la expareja Casandra “Cassie” Ventura y a una testigo que declaró con el seudónimo de “Jane”— pintó a Combs como la cara visible de una maquinaria que, además de facturar discos y giras millonarias, se habría valido de empleados leales para presionar, trasladar y someter sexualmente a ambas mujeres y a trabajadoras sexuales.

Pese a la absolución sobre los señalamientos más escabrosos, el jurado creyó probado que hubo un patrón de “traslado con fines de prostitución”, figura que tomó impulso gracias a cruces de mensajes, registros de viajes y la declaración de choferes que describieron en detalle los movimientos entre hoteles de lujo y fiestas privadas. La fiscalía, que había pedido penas totales muy superiores, se aferró a esos dos cargos de trata como la última carta para mandar al músico al encierro y ya avisó que irá por el techo de veinte años, convencida de que el veredicto contiene la prueba de un abuso de poder sistemático.

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Detrás del estrado, la trama judicial se mezcla con el peso cultural de un productor que, en los ’90, sacudió las listas de éxitos, catapultó a Notorious B.I.G. y creó un imperio que se extendió a la moda, la televisión y los licores premium. Esa corona brilló cada vez menos a medida que avanzaban las denuncias por violencia y los rumores de bacanales financiadas con cheques en blanco.

El juicio, seguido minuto a minuto por portales de todo el mundo, dejó postales de fanáticos acampando en las afueras de la corte de Manhattan, de abogados de renombre peleándose por la última silla en la sala y de fiscales empeñados en que el caso trascienda la figura del famoso para convertirse en símbolo de que el entretenimiento no es un salvoconducto ante la Justicia.

Ahora, con el veredicto a la vista, se abre un compás de espera eléctrico. El juez Subramanian deberá fijar fecha para la audiencia de sentencia, decidir si concede la libertad provisional y valorar los argumentos de la defensa, que insiste en que el artista no representa riesgo de fuga y que lo único que hizo fue vivir “una vida de excesos consentidos”. La fiscalía, por su parte, prepara un escrito con el detalle de cada kilometraje, cada reserva de hotel y cada transferencia bancaria que, a su entender, demuestra que Combs articuló una red aceitada de explotación.

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