Guía para festejar un Halloween criollo
*Con seguidores y detractores, no hay duda de que los festejos de Halloween se instalaron en nuestro país.
*Aquí, una serie de propuestas para “argentinizarlo”.
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“Halloween se vino y se vino -dice Eroles-. Veía que mi nieto estaba fascinado con la novedad y que sus amigos lo tenían muy presente. Sobre todo los que van a escuelas bilingües que toman la fiesta como parte de la materia de inglés. Entonces se me ocurrió relacionarlo con algo muy latino como es el culto a los muertos en su día”, dice la abuela, disfrazada de bruja, mientras le pasa a minutouno.com la receta secreta de Jalogüín:
- Primero lo básico y esencial: Cambiar el cartel de “Happy Halloween” por un “Bienvenidos al Jalogüín”.
- En vez de calabazas redondas, calar los tradicionales zapallos ancos que se usan para el puré. Dibujar los rasgos con marcador negro indeleble y poner adentro una vela encendida.
-Preparar comida bien autóctona: empanadas y choripanes para empezar y tortas fritas para la madrugada.
-Armar bolsas de caramelos, porque en este Jalogüín se hace honor a la generosidad criolla y, en vez de ir por los departamentos pidiendo golosinas, hay que ir a ofrecerlas.
-Alquilar varias películas de terror y ofrecer mate y bizcochitos en vez de “palomitas de maíz”.
-Los invitados, previa asistencia a la fiesta, reciben por mail una leyenda de algún espíritu aterrador de los pueblos originarios y tiene que venir disfrazados de acuerdo a lo leído y presentar el personaje a los demás, relatando la historia con las luces bajas.
-Aterrar a los jóvenes –a medida que van llegando-, con un discurso sobre las tradiciones locales relacionadas con el culto a los muertos: el Día de Los Muertos en una época era feriado, se visitaba el cementerio y se llevaban flores. Era una jornada especialmente dedicada a recordarlos.
El nieto de Eroles tiene 14 años y éste es su cuarto Jalogüín. “Los chicos aceptan las consignas felices y se apasionan con el evento -cuenta la psicóloga-. Además, apenas se acerca el 31 de octubre, empiezan a sonar los teléfonos para ver qué leyenda les va a tocar contar”.
Por último la abuela da otro concejo: para musicalizar este anti-Halloween, “música nacional y algunas piezas de ópera de ésas que paran los pelos”.
La fiesta termina con un campeonato de truco, con porotos y todo.
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