MARILYN MONROE Y ARTHUR MILLER
*Una historia de amor que marcó el destino de la diva más deseada, y llenó de páginas las revistas del corazón hollywoodenses.
Por Alicia Misrahi
Quizá la vez que estuvo más cercana de conseguirlo fue con el dramaturgo Arthur Miller, quien incluso la definió en sus memorias mucho mejor que Capote, “era como una poetisa que había querido recitar sus poemas (ella escribía en secreto) ante una multitud ávida de arrancarle la ropa”.
Se habían conocido en Hollywood en 1951, pero no empezaron su relación hasta que se reencontraron en 1955 en Nueva York, donde Marilyn asistía a los cursos del Actor´s Studio, decidida a que la tomaran en serio como actriz.
Marilyn dependía de él. Durante el accidentado rodaje de Bus Stop, Monroe llamó por teléfono a Miller: “¡Oh, Papá! No aguantaré”. Sólo en ese momento, el dramaturgo, que solía llamarla significativamente “Hija mia” y era once años mayor, supo hasta qué punto ella dependía emocionalmente de él. Él, aunque tuvo la tentación de huir despavorido, acabó dejando a la periodista con quien estaba casado y con la que tenía dos hijos. Marilyn y Arthur se casaron el 29 de junio de 1956.
El matrimonio, aún con todos los altibajos que sufrieron duró tres años y medio, y fue la relación más larga y estable de Marilyn. “El matrimonio -dijo en ese momento- me hace sentir más mujer, menos desquiciada. Por primera vez tengo la sensación de estar protegida”.
Marilyn intentó huir de su imagen de chica sexy sólo válida para florero y por eso se preparó concienzudamente para Bus Stop. Sus diferencias con Laurence Olivier, coprotagonista de El príncipe y la corista, hay que buscarlas en un comentario desafortunado del actor, que le pidió que se limitara a ser sexy… Miller, por el contrario, pensaba que debía dedicarse al teatro, “por el modo en que lo dijo me di cuenta de que era un hombre sensible, y además me trataba como a una persona sensible”.
Creó su propia productora, Marilyn Monre Productions, que produjo las dos películas anteriores, pero se hundió por la mala gestión de Miller.
LA CAÍDA DE UN SUEÑO
El matrimonio con Arthur Millar no la salvó de sí misma. Los dos cónyuges se hacían daño mutuamente: ella empezó a desquiciarse, a beber y engordar, él no podía concentrarse en su obra y aunque escribía febrilmente no lograba terminar nada. Marilyn sufriría un aborto espontáneo, una hospitalización por abuso de alcohol y barbitúricos, otro aborto, noches de insomnio, el despido de la Fox por incumplimiento de contrato, el divorcio de Miller y, finalmente, la muerte.
“Hollywood es un lugar en el que están dispuestos a pagarte mil dólares por un beso pero sólo cincuenta centavos por tu alma”. Marilyn dixit.
ALGUNAS RELACIONES DESGRACIADAS
Las relaciones de Marilyn fueron muy cortas. Con Joe Di Maggio, el jugador de béisbol, estuvo casada nueve meses en 1954. Chapado a la antigua, Joe no podía soportar que su mujer “se exhibiera” ni, tampoco, que fuera más popular que él. Además, se le escapó la mano en alguna ocasión. Previamente, estuvo casada con Jim Dougherty, de quien se divorció en 1945. Cuando se casaron, ella tenía dieciséis años y él, veintiuno.
Entre sus amantes se cuentan Elia Kazan, John F. Kennedy -a quien cantó el 19 de mayo de 1962 el más sexy happy Birthday de la historia-, Frank Sinatra -quien siempre pensó que podría haberla salvado- e Yves Montand. Cuentan que, en 1960, mientras filmaba El multimillonario, Marilyn se presentó una noche en el bungalow donde él estaba y cuando abrió la puerta se quitó el abrigo de visón. No llevaba nada debajo.
Antes de morir, incluso planeaba casarse de nuevo con Joe Di Maggio, quien nunca pudo olvidarla y jamás la abandonó.
Fragmentos del libro "99 amores de la historia" de Alicia Misrahi.
Gentileza Editorial Sudamericana.
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