El hombre, que había huido de la escena del crimen en un VW Gol, llegó hasta ese centro de salud, pasó rápidamente por la zona de guardia y se fue directamente al primer piso a hacerse atender.
Los policías que llegaron al lugar creen que evitó estar en la sala de espera porque sabía que era buscado. Tampoco había dado el nombre.
Salazar llegó al Central con la mano ensangrentada y le dijo a los médicos que habían querido robarle y que fue allí cuando lo hirieron.
Los médicos, con sutileza, pasaron la novedad a la guardia policial y rápidamente se armó un operativo con los móviles que estaban en la zona.
Un grupo de efectivos subió hasta el primer piso y lo entrevisó. Su aspecto físico coincidía a la perfección con la foto que tenían. Lo entrevistaron, pero en ningún momento dio su identidad ni mencionó lo que había ocurrido en el Trapiche.
Los efectivos lo subieron a un móvil y se lo llevaron detenido a la Oficina Fiscal 4. En su auto, encontraron todo tipo de elementos vinculados con la práctica de artes marciales.
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