"Momento Ezeiza": se quiere ir del país por el queso rallado que con Macri se disparó 290% y ahora está "barato"
El queso rallado se volvió bien suntuario en 2019 y desde entonces lo suelen vender con cajas acrílicas. No obstante, no aumentó tanto como en la era Cambiemos.
"Mi momento Ezeiza del día:" escribió un tuitero libertario. La foto era una muestra clara del desastre que causan los formadores de precios en la economía argentina. Un queso rallado estaba protegido de los mecheros con caja acrílica.
El supermercado es una cadena chilena. La bolsita de 150 gramos en diciembre de 2019 estaba La Paulina, $183. El kilo costaba $1.220. Actualmente, en el mismo comercio está a $560 e increíblemente está "barato" de acuerdo a la inflación.
¿Por qué el queso rallado está barato?
Sí, está "barato". Faltarían muchas comillas porque $560 un sobre de queso rallado en un país en el que el sueldo RIPTE (Remuneración Imponible Promedio de los Trabajadores Estables) es $155.611,28 y el mínimo es de poco más de 51 mil es una barbaridad para los bolsillos, pero comparado con la inflación se quedaron cortos.
Es que según la calculadora de la inflación de Chequeado, el queso rallado debería costar $610,39. Aún más disparatado sería este simple aderezo para las tradicionales pastas.
El queso rallado con Macri era como comprar una Hilux
Un relevamiento realizado por Mariano M. Fernández para minutouno.com detalló que en 2015, al cierre del gobierno de Cristina Kirchner, el queso rallado costaba $54,55.
En abril de 2019, el mismo paquete de 190 gramos estaba $159,45. Un 290% más caro en tres años y cuatro meses lo que equivale a un 7,25% mensual. Los salarios nunca ni siquiera rozaron ese porcentual.
Si tomáramos como parámetro el poder adquisitivo, el “índice queso rallado” señala que con el sueldo promedio de 2015 ($ 15.385,50) se podían comprar 282 sobrecitos mientras que en 2019 con los $35.495 que ahora ganan la media de los trabajadores argentinos en bruto -según la Universidad Nacional de Avellaneda- se compran 222. En menos de cuatro años, 60 paquetes menos.
PLAN DE AHORRO QUESO
Circulaba por internet un meme en el que indican que un kilo de queso rallado es más caro que el de una de las camionetas más vendidas en el alicaído mercado automotor. Es real. Incluso es más barato comprar por kilo un vehículo mejor que el de la imagen que circula por Facebook, Twitter, Instagram y los grupos de WhatsApp.
Una Toyota Hilux doble cabina 4x4 tope de gama pesa 2.910 kilos y cuesta $1.959.100 -aunque si tenés la suerte de ir con efectivo contante y sonante te van a hacer una jugosa bonificación- lo que equivale a $673 por kilo. El kilo del queso rallado que tomó minutouno.com de modelo para comparar está $839,21.
Por qué el queso rallado es tan caro
Al respecto, Jorge García, dueño de la fábrica San Gotardo explicaba que el queso rallado se volvió un lujo en principio por el precio de la leche y el tiempo de elaboración, pero el factor fundamental tiene que ver con las excesivas tasas de interés aplicadas por el gobierno de Mauricio Macri para sostener al dólar.
“Con 1.000 litros de leche salen 85 kilos de queso sardo o reggianito que es el que se usa para rallar. Una vez elaborado hay que dejarlo estacionado siete meses” explica a minutouno.com.
San Gotardo es de Trenque Lauquen. Elaboran parmesano, provolone, sardo y reggianito. También crema y dulce de leche. Provee a fábricas de pastas. “En un año aumentó al doble y los que lo fraccionan le cargan el 100%. Ahí está el precio”, decía en 2019.
“Hemos perdido muchísima plata en ese tiempo. Compensamos algo con la exportación, pero se desplomó el consumo interno. Y nuestra industria no es como otras que puede guardar el stock. El tambero no puede tirar la leche. Hubo tambos que cerraron y enviaron las vacas al matadero. Antes compensábamos nuestros gastos con créditos, pero ahora las tasas de interés están altísimas y no nos podemos financiar. Por eso no nos queda otra que vender el kilo de queso a estos precios”, explicaba.
García quien vende al público en su fábrica trenquelauquense y además posee un local en San Carlos de Bariloche. “Uno vive de esto y se dedica a esto hace muchos años, pero conviene más poner la plata a trabajar en el banco que producir”, concluye.
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