Historia de Alcoba - Capítulo 1
*Por Carlos Daneri.
Hoy desperté en una cama que no es la mía, al abrir los ojos noté que me encontraba en una pieza pequeña, acostado en una cama de una plaza, con la pared de un lado y del otro una mesita de luz, el dolor de cabeza me traspasa el alma.
La primer pregunta que se me viene a la mente fue un simple y llano ¿Dónde carajo estoy? A lado de la única puerta de la habitación una ventana emanaba un resplandor, una tenue iluminación que me dejaba ver a duras penas a mi alrededor. Todo me parecía vago y difuso, ante mi se revelaban los contornos de las cosas.
La noche terminó hace un rato largo pensé, a lo lejos se escuchaban voces femeninas, envases de cerveza vacíos adornaban el piso, mi confusión iba en ascenso.
Por más que me esforzaba no podía recordar que había pasado la noche anterior.
En un acto heroico, intenté darle color a mi mente en blanco. Paso a paso y de a poquito es la única manera de devolverme a la realidad, dicen que un recuerdo tira del siguiente, entonces es necesario comenzar desde el principio. Veremos hasta donde me deja este maldito dolor de cabeza. Mi reino por una aspirina que liquide la resaca.
Ayer sábado:
Después de trabajar doce horas y terminar la tarde extenuado, decliné la proposición de Marina -mi novia- un tour que consistía en cena, cine y telo, le dije que no, solamente necesitaba reposar tranquilo en mis aposentos, la convencí con la promesa de llevarla a pasear el domingo temprano ¿Mi amor, no te enojas si hoy descanso? Mañana a las ocho te paso a buscar y vamos al tigre a pasar el día, todo perfecto. Llevaba apenas una hora de siesta reconfortante cuando llamaron a la puerta mis amigos y me hicieron una oferta que no pude rechazar.
Asado en lo del turco, vienen todos, cartas, vino y mucha conversación. Le dije a Pablo, bueno dale voy, pero aguanta que llamo a Mari que seguro quiere venir. No, es solo entre amigos, reunión masculina no vienen las mujeres, se despachó mi amigo.
Bueno para que le aviso, le mando un mensaje; no seas pollerudo ¿le tenés que pedir permiso? Prendí mi celular y pensé en avisarle después, cuando nadie me estuviera viendo. Dale vamos dijo el Pipa “ojos que no ven, corazón que no siente”.
Y salimos para la casa del Turco, paramos a comprar la gaseosa y los vinos, recuerdo la escala en lo del chino. Hasta ahí nada raro. Ensimismado continuaba recordando cuando el sonido de la puerta me devolvió a la habitación. Entró una chica joven, con una taza en la mano derecha y dos tostadas con mermelada en la izquierda.
-Buen Día dormilón, te traje el desayuno, no hagas ruido.
-Buen día, atiné a salir de la cama, me di cuenta que estaba totalmente desnudo.
(La puta madre pensé mientras tapaba mis partes íntimas con las cobijas nuevamente)
-Tengo la cabeza como un trompo ¿Qué hora es?
-Shhh baja la voz, que nadie tiene que saber que estas acá. Tomaste mucho anoche, son las diez y media pasadas.
-Ay Dios mío... ¡Marina! ¿Qué hago? Me voy, me tengo que ir ¿Dónde esta mi ropa?
-No me llamo Marina, y no te podes ir, por lo menos por ahora no podes salir de la habitación.
-Marina es mi novia, o lo era hasta hoy ¿Pero por qué no me puedo ir? ¿Qué carajo pasa acá?
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