Francisco lavó los pies en una cárcel de menores
El Papa ofició la Misa de la Cena del Señor en el penal de Casal del Marmo. Fue la primera vez que un pontífice asiste a un reformatorio en lugar de la catedral romana.
También, el Papa expresó: "A veces me enojé con uno o con otro, ¡Olvídalo! Y si te piden un favor, hazlo, esto es lo que Jesús nos enseña y lo que hago yo".
"Ustedes también ayúdense siempre y así, ayudándonos nos hacemos el bien, que cada uno de nosotros piense '¿estoy dispuesto a servir, estoy dispuesto a ayudar al otro?' Este signo es una caricia de Jesús que ha venido precisamente para esto, para servir, para ayudarnos", agregó.
Entre los 12 reclusos que participaron del lavado de pies se encontraban dos mujeres, una rumana y una italiana.
Según contó el vocero del Vaticano, Federico Lombardi, Francisco se arrodilló seis veces para el lavado de pies, mojó con agua, besó y secó los pies a los 12 menores, lo que calificó como un momento "extremadamente conmovedor".
Varios centenares de romanos esperaron la llegada del pontífice al reformatorio ubicado al noroeste de la ciudad, donde fue recibido con aplausos y vivas.
Es la primera vez que un papa ofició misa del Jueves Santo en un reformatorio de menores y no en la basílica de San Juan de Letrán, la catedral de Roma, que le corresponde como obispo de la capital.
El reformatorio -que fue visitado por Juan Pablo II en 1980 y en 2007 por Benedicto XVI- alberga a 46 detenidos jóvenes, 35 varones y 11 mujeres.
El papa fue recibido por la ministra italiana de Justicia en funciones, Paola Severino; la Jefa del Departamento de Justicia de Menores, Caterina Chinnici; el comandante de la Policía Penitenciaria del reformatorio, Saulo Patrizi, y la directora del mismo, Liana Giambartolomei.
Luego de la celebración, Francisco dejó la capilla y fue al gimnasio de la cárcel donde se encontró con el resto de los jóvenes.
Allí les regaló huevos de Pascua y les aconsejó que "no se dejen robar la esperanza", tras lo cual, agradeció a la ministra de Justicia y a las autoridades de la cárcel por la visita.
Por su parte, los reclusos le regalaron al pontífice un crucifijo de madera y un reclinatorio que ellos realizaron en el taller del penal.
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