#FilosofíaAplicada El volcán existencial o ¿qué somos ante la naturaleza?
Durante cientos de años el ser humano se ha visto a sí mismo como dueño y señor de la naturaleza, aprendiendo a controlarla, dominarla e incluso someterla para su beneficio personal. Sin embargo, sucesos extraordinarios como la erupción del volcán Calbuco nos lleva a cuestionarnos este lugar de aparente superioridad en el cual nos hemos colocado, ya que no hace más que ponernos frente a frente con nuestra verdadera debilidad ante las fuerzas de la naturaleza, circunstancia que inevitablemente nos lleva a las siguientes preguntas: ¿qué lugar ocupamos en la totalidad de la existencia? ¿Qué somos ante la naturaleza?
Desde que la humanidad existe sobre la faz de la tierra, se ha encargado de utilizar los recursos que se le presentaban a su alrededor para garantizar su subsistencia. No obstante, la relación con lo natural no siempre ha sido la misma, ya que si bien se puede notar una idea de superioridad desde el pensamiento judeocristiano -quien coloca al humano por sobre las demás especies-, no es sino hasta la edad moderna en que el enfoque respecto al dominio y control de lo natural cobra mayor relevancia. Quizás sea el filósofo Francis Bacon quien se haya convertido en uno de los pioneros en considerar que el progreso humano será posible sólo a través del estudio científico del mundo que nos rodea, dado que esto otorgará el conocimiento necesario para la explotación de lo natural en pos de una vida mejor, tal como lo manifiesta en su texto La nueva Atlántida de 1624.
Así pues, con las ideas de "método científico", "progreso constante" y "dominio de la naturaleza" como puntas de lanza, la humanidad se ha volcado de lleno a conquistar ese ámbito ante el cual se sentía tan pequeño. Sin duda, sin este optimismo moderno al respecto del poder del hombre frente a lo natural, nuestra vida tal cual la conocemos sería imposible porque todo el avance tecnológico que hoy nos sustenta, sea para alimentarnos, transportarnos, comunicarnos o mantenernos sanos, no hubiese existido; gracias a esa esperanza moderna estamos donde estamos, tanto para lo positivo como para lo negativo.
Ahora bien, este ensalzamiento frente a la naturaleza, este acto de creerse incluso dueño de ella como para llegar al punto de apropiarse de tierras y ríos, nos ha hecho sentirnos un escalón por encima, creyéndonos los claros dominadores de sus destinos. Evidentemente esto ha sido en gran parte así, ya que de lo contrario los efectos humanos sobre el ambiente serían nulos, hecho que el calentamiento global contradice categóricamente. Pero de todas formas, pareciera que lo natural siempre tiene un ámbito de emergencia en el cual poder "demostrar" que aún sigue teniendo preponderancia.
El filósofo Francis Bacon es en uno de los pioneros en considerar que el progreso humano será posible sólo a través del estudio científico del mundo
Veamos si no el volcán Calbuco, ¿acaso puede culparse a alguien por su erupción? ¿Tuvo el ser humano alguna ingerencia sobre él? En absoluto y es quizás este punto lo que más "fascina" a quienes la noticia les impacta de lejos sin verse afectados por él: la impotencia humana ante la emanación de lava y cenizas es una muestra radical de que aún somos débiles y no somos capaces de dominar y controlar la totalidad de lo que nos rodea. Ante la magnificencia del volcán no nos queda más que huir como a cualquier otra especie que se encuentre a su alrededor.
¿Dónde queda pues todo nuestro señorío? Pese a los años de desarrollo tecnológico aún somos tan pequeños y frágiles como nuestros antepasados. Quizás ahora podamos huir en camiones y helicópteros, pero tenemos que huir al fin. Así entonces, el Calbuco afecta y mucho a quienes habitan en la zona aledaña, pero también conmueve a toda la humanidad que ante su erupción no tiene otra alternativa más que bajarse del pedestal en el cual se encontraba montada.
Si la vida humana es tan frágil ¿para qué nos esforzamos en encontrarle algún significado?
Claro que, si deseamos profundizar, no es sólo a la concientización sobre nuestra pequeñez la que nos lleva este fenómeno, si no también a los cuestionamientos más básicos y a la vez profundos que afectan nuestra existencia, si la vida humana es tan frágil ¿para qué nos esforzamos en encontrarle algún significado? Si aún permanece el riesgo de ser en algún momento eliminados como especie por efecto de cataclismos naturales ¿por qué problematizamos tanto nuestra existencia?
En definitiva, esta toma de conciencia sobre la pequeñez y debilidad de nuestra condición humana nos conduce directamente a la pregunta por el sentido de la vida, a su por qué y su para qué. ¿Y si dejamos de vernos como los dueños de la naturaleza? ¿No nos llevará quizás a encontrar nuestro verdadero lugar, menos cerca del "centro", pero más cerca de una vida en paz con todo lo que nos rodea, sin la presión de tener que dominarlo constantemente?
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