Ceferino beato: conozca la historia del mapuche milagroso

Sociedad

Télam
Por Télam

  • El papa Benedicto XVI firmó hoy el decreto con el cual declara beato al argentino Ceferino Namuncurá, joven laico, alumno de la Sociedad de San Francisco de Sales, nacido en Chimpay, Río Negro, el 26 de agosto de 1886, y fallecido en Roma el 11 de noviembre de 1905.
  • El "siervo de Dios Namuncurá" será beatificado, paso previo a la santidad, el 11 de noviembre en su ciudad natal, según consignó la agencia Ansa.



El papa Benedicto XVI firmó hoy el decreto para declarar beato, el paso previo para llegar a la santidad, a Ceferino Namuncurá.

Ceferino será beatificado el 11 de noviembre en Chimpay, Río Negro, donde nació con la compañía de numerosos devotos y la congregación salesiana (a la que pertenecía).   

Una junta médica del Vaticano consideró que la curación de un cáncer de útero a una mujer cordobesa que le había rezado a Ceferino no tenía explicación científica y fue considerado entonces como un milagro gracias a la intercesión de Ceferino.

Si a un católico mediante un riguroso estudio de su trayectoria se le prueba que vivió las virtudes cristianas “en grado heroico” es declarado venerable. 

En 1972 Ceferino fue declarado bajo esta categoría. Para ser beato se necesita reconocer un milagro y luego otro para ser considerado “santo”.

El segundo paso se dio el 15 de mayo pasado cuando la Congregación para la Causa de los Santos del Vaticano aprobó por unanimidad el milagro de la cordobesa, que se produjo en 2000.

Con la proclamación de Ceferino como beato, la Iglesia argentina avanza en la contabilización de beatos y santos, supliendo un déficit histórico. Las proclamaciones arrancaron a fines de los '90 con el hermano lasallano Héctor Valdivielso Sáez, primer santo nacido en la Argentina, publicó el diario Clarín.


 


 


Una vida terrenal corta


 


Ceferino Namuncurá fue un mapuche de la patagonia nacido en 1886 que llegó a Roma,  emocionó al Papa y luego murió a los tan sólo 18 años a causa de una fatal tuberculosis.


 


Su origen fue la comunidad mapuche de Chimpay -lo que hoy es Río Negro-. Hijo de Rosario Burgos, una cautiva chilena, y del cacique Manuel Namuncurá absorbió los principios más nobles de sus raíces.


 


Su padre había sido un célebre líder que luchó heroicamente en la batalla del 5 de mayo de 1883 contra el Ejército Argentino comandado por el general Julio Argentino Roca. Su abuelo también fue un hombre importante para la historia: El caudillo mapuche Calfucurá.


 


La vida de Ceferino estuvo marcada por el designio divino desde su nacimiento. La historia dice que con apenas un año se salvó milagrosamente de morir ahogado en el Río Negro mientras jugaba en sus orillas.


 


De a poco, fue tomando el rumbo que lo conduciría a su actual situación de beato. Cuando los mapuches fueron derrotados en la Campaña del Desierto, su padre fue nombrado coronel de la Nación por lo que tuvieron que trasladarse a la zona del delta del Tigre, donde Ceferino entró a los talleres de la Armada.


 


Sin embargo, el sabía que esa vida no era para él y logró que su padre le facilite el ingreso al colegio Salesiano, donde estudió apasionadamente religión. Allí conoció y se hizo amigo de nada más ni nada menos que Carlos Gardel.


 


Pero pese a la felicidad de haber encontrado su lugar en la vida las cosas no le resultaron para bien en lo sucesivo. A los 16 años padeció de tuberculosis por lo que tuvo que regresar a Viedma donde continuó con su carrera religiosa.


 


Al ver que su salud seguía deteriorándose las autoridades salesianas decidieron enviarlo a Turín -Italia- convencidos de que allá se recuperaría. Es así que el 27 de septiembre de 1904 Ceferino visitó al Papa Pío X ante quien leyó un breve discurso que logró  emocionarlo por lo que lo bendijo y le obsequió la medalla destinada a los príncipes.


 


Al año siguiente el Santo Padre le pone a su disposición un médico personal a causa de los estragos que estaba provocando la enfermedad en Ceferino. Pero el  11 de mayo de 1905 murió arrasado por la tuberculosis y con tan sólo 18 años.


 


Sus restos estuvieron enterrados en un cementerio popular de Roma hasta 1924 que fueron repatriados por orden del presidente  Marcelo T. de Alvear y llevados al cementerio del Fortín Mercedes.


 


La adoración de Ceferino comenzó recién en la década del  30 y continúa hasta la actualidad cada vez con mayor efervescencia.


 


 


 


 


 


 

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