La polémica por el #vestido: ¿debemos confiar en nuestros sentidos?
La viralización en las redes sociales de la imagen del vestido que puede ser visto de distintos colores le otorga un inesperado brío a un debate que desde hace cientos de años permanece vigente en el campo de la filosofía: ¿podemos llegar a la verdad a través de nuestros sentidos?
Por ello el problema no sería tanto cuál es el color del vestido, si no más bien, por qué algunos lo ven de una manera y otros de otra. Por supuesto que el campo de la neurociencia podrá dar respuestas que nos satisfagan y que nos expliquen los factores que se ponen en juego a la hora de percibir un objeto, no obstante no podemos evitar caer en la cuenta de que mucho de lo que observamos a nuestro alrededor no es en sí mismo como pensamos que es, si no que responde a nuestra perspectiva, relativizando en cierta medida la verdad de las cosas.
Asimismo, en el debate acerca de si es de un color o de otro se pone de manifiesto un fenómeno insondable: los qualia. Por "qualia" debemos entender a aquellas cualidades subjetivas de las experiencias personales; ¿cómo sabemos que lo que nosotros vemos como "rojo" es lo mismo que los otros ven cuando dicen ver "rojo"? Podemos referirnos al mismo color y señalar el mismo objeto que ostente tal pigmento, pero jamás sabremos cómo el otro experimenta la "rojez". En este sentido pareciera que estamos encerrados en nosotros mismos, incapacitados de poder transmitir a los demás qué se siente ser uno o cómo se experimenta el mundo que nos rodea al mismo tiempo que tampoco podemos comprenderlo de los demás, debiendo recaer en convenciones para establecer lo que podría ser.
A tal respecto, otra arista interesante que se desprende del caso del vestido es la necesidad intrínseca que tenemos los seres humanos de generar convenciones, acuerdos y pactos para vivir en sociedad, dando así lugar a la diversidad de opiniones y percepciones que necesariamente emergerán ante cualquier tema. Es que si insistiéramos en cerrarnos sobre nuestras ideas de las cosas lo único que vamos a lograr es perder la oportunidad de conocer visiones diferentes que nos den una idea más global acerca de cómo son tales cosas.
Así entonces, ante la diferencia podemos optar por imponer nuestro poder y hacer uso de la fuerza simbólica o física para forzar al mundo a que sea como nosotros deseamos que sea, o bien podemos entender que hay otras perspectivas posibles que, sin negar la nuestra, la complementarán. Por ello, tal vez no importe de qué color sea el vestido, si no más bien cuán capaces somos de reconocer que el otro lo ve diferente.
Por Federico Emmanuel Mana
Licenciado en Filosofía
@fede_mana
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