Quién es Marcelo Porcel, el empresario acusado de abuso sexual hacia compañeros de colegio de su hijo
Un verdadero escándalo se desató luego de que se supiera que este hombre de negocios había abusado de alumnos del Colegio Palermo Chico.
Marcelo Porcel, reconocido empresario acusado de abuso sexual a menores.
Marcelo Porcel, reconocido hombre de negocios e hijo del fundador de Argencard, fue denunciado por presunto abuso sexual contra compañeros de su hijo, que asiste al Colegio Palermo Chico.
Cabe señalar que el empresario cuenta con una extensa trayectoria corporativa: fue concesionario del shopping "Oh! Buenos Aires" hasta hace pocos meses y, según declaraciones a la revista Forbes, se desempeñó como representante del Grupo Hatzalaj, una firma de capitales extranjeros dedicada al sector inmobiliario.
En el ámbito agropecuario, figura como presidente de Campazu S.A., empresa donde trabajó por dos décadas.
Según la reciente acusación, el imputado de 51 años utilizaba su posición de poder y el entorno escolar de sus propios hijos para desplegar una “matriz de conducta” orientada a la captación de menores, aprovechando los vínculos sociales para vulnerar a jóvenes de entre trece y catorce años en ambientes que debían ser seguros.
Ahora, la querella, que representa a las familias de los alumnos damnificados por las presuntas maniobras del empresario, pidió que Porcel sea detenido de inmediato e indagado.
El comunicado del Colegio Palermo Chico tras la denuncia por abuso sexual Marcelo Porcel
En el marco de la causa judicial que tiene como protagonista a Marcelo Porcel, el empresario acusado de haber abusado de compañeros de escuela de su propio hijo, el Colegio Palermo Chico difundió un comunicado oficial para fijar posición y detallar las medidas adoptadas desde que tomó conocimiento de los hechos.
El pronunciamiento institucional se conoció mientras la investigación avanza y busca reconstruir una trama que, según los testimonios incorporados al expediente, se habría extendido durante un tiempo prolongado dentro del círculo de confianza de la comunidad educativa.
En el escrito, las autoridades del establecimiento remarcaron que la respuesta fue inmediata una vez informados de la situación. “Tan pronto fue informado, el Colegio actuó de manera inmediata, activando los protocolos vigentes, dando intervención al Consejo de Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes, y poniendo los hechos en conocimiento de las autoridades educativas jurisdiccionales”, señalaron desde la institución.
Al mismo tiempo, dejaron en claro que la familia Porcel ya no forma parte del colegio, una definición que apunta a despejar cualquier duda sobre el vínculo actual con el acusado.
En ese mismo comunicado, el Colegio Palermo Chico buscó llevar tranquilidad a las familias y reafirmar su postura frente a este tipo de situaciones. “Desde nuestro Colegio, reafirmamos que el cuidado integral de nuestros alumnos constituye una prioridad institucional y agradecemos a las familias la confianza permanente depositada en la institución”, concluyeron las autoridades, subrayando que la protección de los estudiantes es un eje central de su accionar.
Según consta en la causa, el expediente contra Porcel se abrió el 5 de julio de 2024 y desde entonces la investigación judicial avanzó de manera sostenida. Los relatos de los adolescentes involucrados, todos de entre 13 y 14 años, coinciden en describir un patrón de comportamiento que habría sido clave para concretar los abusos.
De acuerdo a esas declaraciones, Porcel —padre de varios alumnos— mantenía una presencia constante en actividades deportivas, organizaba encuentros sociales, ofrecía su casa como punto de reunión y se mostraba siempre predispuesto a trasladar chicos, construyendo así una imagen de adulto confiable y disponible.
Esa conducta, que en un primer momento fue interpretada como un gesto de colaboración y compromiso con la comunidad, con el correr del tiempo comenzó a generar inquietud. Los testimonios incorporados al expediente indican que muchas de las reuniones terminaban en su domicilio y que existía una insistencia reiterada para que los chicos se quedaran a dormir, una situación que fue corriendo los límites de manera progresiva.
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