Nueva York extrema las precauciones por el Ébola y critican a las autoridades

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El primer caso de ébola en Nueva York llevó a la ciudad y a toda la región a extremar las precauciones, una reacción que busca evitar que se repitan problemas vividos en otros lugares, pero que ya recibió las primeras críticas por su dureza.

Mientras el primer infectado en la ciudad, el médico Craig Spencer, continuaba ingresado sin novedades, una enfermera puesta en cuarentena bajo las estrictas nuevas normas adoptadas en Nueva York y Nueva Jersey daba negativo en el test inicial.

La mujer, Kaci Hickox, llegó el viernes al aeropuerto internacional de Newark (Nueva Jersey) tras trabajar con Médicos Sin Fronteras en Sierra Leona y fue aislada de forma inmediata, pese a no presentar síntomas de la enfermedad.

La medida forma parte de los duros protocolos anunciados por los gobernadores de Nueva York, Andrew Cuomo, y de Nueva Jersey, Chris Christie, a los que también se ha sumó en las últimas horas el estado de Illinois.

Esas normas van más allá de las directrices vigentes a escala federal y establecen, entre otras cosas, que toda persona que haya estado en contacto con enfermos de ébola será puesta en cuarentena al ser considerada de "alto riesgo".

La decisión se anunció tras la alarma creada al saberse que el doctor hospitalizado en Nueva York había hecho vida normal a su regreso de África en lugar de mantenerse en una suerte de "cuarentena voluntaria".

La actitud de Spencer, que siguió los protocolos fijados por Médicos Sin Fronteras y otras organizaciones, fue cuestionada por algunas autoridades como el gobernador Cuomo, que consideró que debería haber tenido más cautela.

Las nuevas medidas, mientras tanto, fueron duramente criticadas por la primera afectada, Hickox, quien publicó un artículo denunciando el trato recibido a su llegada al país.

"Nadie parecía estar al mando. Nadie me decía qué pasaba o qué me iba a ocurrir", explicó la mujer, que reside en Texas y quien expresó su preocupación por la situación con la que se van a encontrar en los aeropuertos otros trabajadores de la salud que regresen de África.

Además, varios expertos advirtieron en las últimas horas que la obligación de cuarentena para los médicos y enfermeros que traten a enfermos podría paralizar el flujo de voluntarios para combatir el virus en los países más afectados.

Así lo señaló, entre otros, Rick Sacra, un médico que superó la enfermedad tras contraerla cuando trabajaba en Liberia.

Las autoridades de Nueva York también han extremado las medidas de protección en el hospital que atiende a Spencer, después de que en Dallas dos enfermeras -ya curadas- contrajeran la enfermedad tras ocuparse de un paciente que se infectó en Liberia.

La gestión del caso en Texas recibió numerosas críticas por la supuesta falta de preparación del centro, algo que según analistas y expertos no ha ocurrido en el hospital Bellevue de Manhattan.

"Ahora todos sabemos mucho más. (...) Todos hemos aprendido del episodio de Dallas", dijo hoy a The New York Times el especialista William Schaffner.

Y en paralelo, las autoridades de la ciudad continúan con su campaña para tratar de tranquilizar a la población después de la preocupación expresada por muchos al saberse que el médico ingresado con ébola viajó en el transporte público y visitó varios establecimientos hosteleros, que han sido revisados y limpiados.

Así, el alcalde Bill de Blasio almorzó hoy en un restaurante en el que Spencer había estado esta semana y el presidente del distrito de Brooklyn, Eric Adams, jugó una partida en la bolera en la que el médico de 33 años había pasado unas horas.

La prometida de Spencer, Morgan Dixon, abandonará en las próximas horas el hospital Bellevue, donde permanecía en observación, según anunció De Blasio, aunque seguirá en cuarentena, al igual que dos amigos del enfermo.

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