Derechos animales: ¿debe la vaca vivir sólo para dar leche?
La decisión de la Justicia de otorgarle un habeas corpus a la orangutana "Sandra" de manera tal que luego de veinte años de cautiverio pueda ser liberada, ha recrudecido el debate sobre los derechos animales al mismo tiempo que pone en cuestión conceptos jurídicos y filosóficos tan complejos como el de "sujeto" y el de "humanidad".
De esta manera, el fallo se condice plenamente con lo expresado por la filósofa norteamericana Martha Nussbaum quien sostiene que una ética de conducta no alcanza para abarcar cómo ha de ser nuestra relación con los animales dado que también hace falta establecer una teoría de justicia, es decir, otorgarles derechos propios.
No obstante, ¿qué derechos han de tener los animales? Lo que Nussbaum propone es que el principal derecho que han de tener es la libertad para hacer florecer sus capacidades.
¿Qué significa esto? Desde una concepción aristotélica, se sostiene que cada animal tiene diferentes potencialidades por lo que llegará a su plenitud cuando logre desplegarlas por completo, circunstancia que, para esta filósofa, el ser humano no debe poder impedir. Así pues, lo que hace es establecer un escala de animales donde en el tope están quienes a su entender tienen más capacidades y en lo bajo aquello que tienen menos y que, a su vez, no sientan dolor.
Claro que al hablar sobre la relación que hemos de tener con las otras especies, no sólo estamos en la búsqueda de una ética sino también de una definición de humanidad, tarea que se ha intentado en infinidad de ocasiones con ejemplos clásicos como "El puesto del hombre en el cosmos" de Max Scheler, en donde se señala que nuestra diferencia con el resto no es esencial si no de grado ya que poseemos una racionalidad más desarrollada, aunque esta característica ¿nos otorga el permiso de subyugar a las otras especies? ¿Tenemos el derecho como especie de encerrar otros animales para nuestro entretenimiento?
En este sentido, podemos ir más allá y no conformarnos con la pregunta acerca del uso para el entretenimiento, si no también cuestionarnos si es moralmente aceptable recurrir a otras especies para subsistir y desarrollarnos. El problema surge cuando nos percatamos de que toda nuestra historia se ha desenvuelto en función de nuestro "dominio" sobre la naturaleza, nuestra capacidad de multiplicar nuestras fuerzas productivas gracias a los animales, de alimentarnos a partir de ellos y abrigarnos con sus pieles. Por lo tanto ¿es viable una sociedad que no explote animales?
Así entonces el dilema que se nos propone es que si sostenemos el derecho a la libertad animal debemos declinar una práctica que ha acompañado al ser humano durante toda su historia, mientras que si sostenemos que se los debe explotar según nuestras necesidades, estamos colocándonos en un nivel superior por encima de todas las demás especies, arrogándonos el derecho de someter a quienes no son como nosotros.
Quizás la resolución al respecto de la libertad de "Sandra" no pretenda ir tan lejos; simplemente propender a que un ser que está sufriendo por una privación de la libertad basada en el egoísmo humano deje de hacerlo. Sin embargo, las diversas lecturas de este fallo penetran hondo en prácticas enquistadas y cristalizadas respecto a nuestra relación con las otras especies, relación que históricamente desde occidente hemos construido desde la disparidad, desde una aparente superioridad, que se ve desestabilizada día tras día, mediante la cual pretendemos dotar de sentido a la existencia de todo lo que nos rodea.
Federico Mana
Licenciado en Filosofía
@fede_mana
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