Llegó a jugar en la Selección y se retiró para ser sacerdote: de quién se trata
Su historia, que combina sacrificio, fe y una carrera deportiva prometedora, continúa llamando la atención. Hoy, lejos de los estadios y la exigencia profesional, sigue ligado al deporte, pero desde un lugar completamente diferente.
Llegó a jugar en la Selección y se retiró para ser sacerdote: de qué jugador se trata
Fue una promesa del fútbol estadounidense, jugó en la selección juvenil, pasó por Chile y la MLS, y cuando su carrera comenzaba a despegar tomó una decisión que sorprendió a todos: dejó el deporte profesional para dedicarse por completo al sacerdocio.
Es uno de esos casos que logran captar la atención tanto dentro como fuera del mundo del deporte. Con un futuro que parecía marcado por el éxito, el defensor estadounidense atravesó las juveniles de su país, jugó en ligas competitivas y se ganó el respeto de los técnicos que lo dirigieron. Sin embargo, cuando estaba consolidándose, eligió un rumbo totalmente distinto: dejar atrás el fútbol para responder a una vocación espiritual.
Chase Hilgenbrinck y su paso por el fútbol
Nacido en Quincy, Illinois, en el seno de una familia católica, Hilgenbrinck creció entre la práctica religiosa y el amor por el deporte. Desde chico se destacó en el fútbol, lo que lo llevó a formar parte de la selección sub-17 de Estados Unidos, un logro que marcó el inicio de su trayectoria.
Su crecimiento continuó en la Universidad de Clemson, donde se desarrolló en el ámbito universitario antes de dar el salto al profesionalismo. Su primera experiencia fuera del país fue en Chile, adonde llegó en 2005 tras ser observado por un entrenador. En Huachipato recibió el apodo de “Gringo”, aunque no tuvo muchos minutos; sin embargo, ese desembarco le permitió ser cedido a Naval y luego fichar por Ñublense, donde vivió su etapa más destacada: allí fue pieza clave para lograr el ascenso a Primera División.
En 2008 regresó a Estados Unidos para incorporarse a la Major League Soccer. Jugó en Colorado Rapids y más tarde en New England Revolution, dos pasos importantes que parecían abrirle la posibilidad de consolidarse definitivamente en el fútbol profesional. Pero ese regreso fue, sin saberlo, el comienzo del final de su carrera deportiva.
Su vida después del retiro
A los 26 años, en uno de los momentos más prometedores de su trayectoria, Hilgenbrinck sintió un llamado interior que terminó por cambiar su vida. Convencido de que su futuro debía seguir otro camino, decidió abandonar el fútbol y entrar al seminario de la Universidad Mount St. Mary’s, en Emmitsburg, para iniciar su formación sacerdotal.
La decisión sorprendió tanto a compañeros como a dirigentes, pero él aseguró que la vocación religiosa había estado presente desde su infancia y que, finalmente, llegó el momento indicado para seguirla. Desde entonces, se dedicó por completo a su preparación espiritual y al servicio comunitario.
Hoy, ya como sacerdote en Illinois, continúa vinculado al deporte a través de programas juveniles y actividades que organiza desde la Iglesia. Usa su experiencia en el fútbol para transmitir valores, fomentar el trabajo en equipo y acompañar a los jóvenes que buscan un espacio de contención.
Su historia, marcada por un giro inesperado, sigue siendo un ejemplo de cómo la vocación puede transformar incluso las carreras más prometedoras.
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