La final de la Copa Confederaciones, escenario de nuevas protestas

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Más de 10 mil policías custodiarán el Maracaná para el partido entre Brasil y España. Los manifestantes convocaron a una movilización hacia el estadio. Dilma Rousseff no asistirá al evento.

Un contingente de 10.600 policías y 7.400 militares de apoyo protegerá este domingo la final de la Copa Confederaciones entre Brasil y España en Río de Janeiro, que será el culmen también de una ola de protestas durante partidos de fútbol en reclamo de mejores servicios públicos en el país.

El tamaño del despliegue queda claro en comparación con los 5.646 agentes que patrullan usualmente las calles de las ciudades de Río de Janeiro y Niterói, que están unidas por un puente y donde viven unos 7 millones de habitantes, de acuerdo con números publicados por la revista semanal Veja.

Dentro del estadio habrá otros 1.300 guardias privados
, después de que el Comité Organizador Local (COL) de la Copa anunciara un aumento de los efectivos.

La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, no estará presente en el evento para evitar incidentes. Vale recordar que la mandataria recibió abucheos y silbidos durante su intervención en el partido inaugural del torneo entre Brasil y Japón (3-0), que se disputó el 15 de junio en Brasilia.

Esa muestra de desagrado ocurrió al inicio de las protestas, las mayores llevadas a cabo en varias décadas en Brasil, las cuales se extendieron por todo el país a partir del detonante del alza de precio del transporte público en Sao Paulo.

Pese a que la movilización no estaba dirigida expresamente contra Rousseff, que tendió la mano a los manifestantes, la explosión de un descontento hasta entonces oculto le ha ocasionado una importante erosión política.

El índice de aprobación de Rousseff pasó del 57 % dos días antes del inicio de las manifestaciones a los actuales 30 %, el nivel más bajo de su gestión, de acuerdo con una encuesta publicada hoy por el Instituto Datafolha.

En marzo, la presidenta tenía el 65 % de popularidad, pero el apoyo cayó a medida que la inflación subía y la tasa de intereses aumentaba.

Las protestas se repiten diariamente en Brasil con una larga lista de reivindicaciones, como exigencias de mayor inversión pública en educación y salud, y críticas a la corrupción.

Otro de los motivos que llevaron a millones de brasileños a la calle es el elevado costo de la organización del Mundial de 2014.

Así, muchas de las marchas de protesta han tenido como destino estadios en los que en ese momento se disputaban partidos de la Copa Confederaciones, que es una especie de ensayo general para el Mundial con solo ocho selecciones.

Algunas de esas protestas fueron dispersadas por la Policía con gases lacrimógenos después de que los manifestantes intentaron atravesar el cerco en torno a los estadios y terminaron en batallas campales con incendios y saqueos.

Ese fue el caso en Fortaleza y, especialmente, en Belo Horizonte, donde hubo enfrentamientos entre manifestantes y agentes durante los encuentros de semifinales.

Este domingo habrá dos marchas se dirigirán al Maracaná, que tendrá lleno hasta la bandera tras haberse vendido las 79.000 entradas de su aforo.

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