La historia del graffitero argentino que pintó con Banksy
Se llama Fede Minuchin y es parte de "Run don´t walk", uno de los grupos de arte callejero más conocidos de Buenos Aires. En 2008 participó de un festival junto al misterioso artísta británico.
Nos guste o no, y quizás hasta más allá de su propio deseo, Banksy es hoy en 2015 igual de crítico y talentoso, que masivo: paredes (literalmente) robadas de la calle para ser subastadas en Sotheby´s, películas, libros, exposiciones en los museos y galerías más importantes, obras vendidas a las estrellas más grandes de Hollywood y hasta una presentación para un capítulo de Los Simpson, son sólo algunos datos de color en su currículum. Nadie puede decir que no lo conozca, pero nadie pudo hasta ahora tampoco decir quién es.
Fede Minuchin es parte de Run Don´t Walk, un colectivo de arte callejero, que junto a Bs.As. Stencil, otro equipo de artistas argentinos, fueron elegidos entre sólo 30 creativos de todas partes del mundo para ir a pintar en un túnel de Londres. La semana pasada en el marco de un evento artístico en Buenos Aires, el graffitero porteño recordó la anécdota y compartió con minutouno.com cómo fue estar cerca de este mito vivo del arte urbano en acción.
"Si bien era un festival de stencil, para mí era obvio que iba a estar Banksy", cuenta Fede y agrega que llegó a Londres sabiendo que el local era de antemano la gran atracción. La prensa y la gacetilla promocionaba The Cans Festival, a pesar de contar en su lista con otros grandes referentes mundiales del movimiento, con el que tenía bien claro iba a traer al público: Banksy.
"El enigma sigue siendo el mismo, no es que uno podía acceder a la identidad de este artista misterioso", dice el argentino, que mientras trabajaba en la pared que le habían asignado en 2008, a la par de los mejores graffiteros del momento, conociendo a unos y a otros, se preguntaba si quizás él, Banksy, podía estar en ese momento mirando sus pintadas.
"Era un túnel, durante tres o cuatro días estuvimos pintando ahí y cuando nos íbamos a la noche al hotel o a hacer algo, al otro día había piezas nuevas de Banksy", relata, sobre cómo operaba este inglés, un fantasma que dejaba su huella y no se mostraba, ni siquiera entre sus pares.
"Lo que sí entendí de Banksy es que más allá de que hay una persona que es el cerebro, es un equipo de pibes que laburan haciendo esto a un nivel muy pro", confiesa, y uno se pregunta entonces por qué Banksy debería ser uno solo. Una buena explicación a la multiplicidad de técnicas, puestas en escena, magnitud de sus trabajos en locaciones tan diferentes como Bristol, México, Nueva York, Gaza, y hasta papa el propio anonimato.
EL ARTE URBANO EN BUENOS AIRES
"En comparación con Europa y Estados Unidos acá hay mucha más libertad", cuenta Minuchin, que pinta en las calles porteñas desde 2002, cuando la crisis del 2001 y la necesidad de salir a decir cosas, dio origen a Run Don´t Walk. Pioneros de un movimiento que tuvo su gran auge en los años que siguieron y que colaboró en que hoy Buenos Aires sea una ciudad referencial en Latinoamérica para muchos artistas callejeros.
"A mí me sigue sorprendiendo que la reacción de la sociedad (Argentina) en general sea bastante positiva y no represiva", deja saber y recuerda: "A mí me pasó de estar pintando en Londres, después del festival había paredes que uno si quería se anotaba y las pintaba, paredes permitidas, y que el 80% de la gente que pasaba me diga que iba a llamar a la policía".
Mientras que en Buenos Aires "si bien en los subtes u otros lugares es un poco molesto y no tiene buena prensa", en términos generales "la gente se da cuenta de que uno lo hace con cariño y amor. No se trata de una cuestión de odio hacia la sociedad, sino de dejar algo lindo y algo interesante en un muro".
"Por ahí acá no hay dinero como hay en Londres o Nueva York, donde Banksy y otros artistas pueden vernder sus obras muy caras, pero no quita que no haya más apoyo", dice, rescatando a Buenos Aires como un lugar en el que todavía el arte urbano no maneja el dinero de otras capitales, que tiene más que ver con simplemente salir a pintar una pared, regalársela a la ciudad, y que la ciudad lo entienda.
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