La trata de personas: eje de debate en el Vaticano
Más de 70 participantes de 25 países de los cinco continentes comparten experiencias de vulnerabilidad y estigmatización en primera persona junto a expertos en la materia, especialmente convocados para este evento.
Muchas veces cuando se tratan temas vinculados a la trata y tráfico de personas, violencia o esclavitud en sus variadas formas sentimos o pensamos que a nosotros y nuestro entorno familiar nada nos puede pasar. Que estamos exentos de caer en manos de redes de trata, de ser víctimas de violencia psicológica por parte de nuestra pareja y familiares o que nuestros jóvenes sean víctimas de la discriminación y el bullying.
El fenómeno de la trata de personas y las modernas formas de esclavitud a nivel global son realidades verdaderamente preocupantes. Francisco lo sabe y por eso el Vaticano ha tomado cartas en el asunto con el vigor propio de los temas que le preocupan al Papa.
Y las principales víctimas de este "delito de lesa humanidad" son los jóvenes, quienes no encuentran un presente que los comprometa a trabajar y estudiar con miras al futuro: "a veces, por un futuro mejor, saltan a una trampa", dice la hermana Eugenia Bonetti, quien en los últimos 50 años ha pasado la mitad combatiendo la trata en África y la otra mitad en Italia, coordinando 250 religiosas de 80 congregaciones diferentes que trabajan en un centenar de refugios repartidos por todo el país.
"Para evitar el tráfico hay que llevar adelante tareas de prevención y para eso hay que apostar por la educación y la información", nos cuenta con ojos esperanzadores y suaves gestos a los jóvenes que participan del simposio internacional que auspicia la Pontificia Academia de Ciencias -dirigida por el arzobispo argentino Marcelo Sanchez Sorondo- en la Casina Pío IV del Vaticano.
Más de 70 participantes de 25 países de los cinco continentes comparten experiencias de vulnerabilidad y estigmatización en primera persona junto a expertos en la materia, especialmente convocados para este evento.
Los debates –que continuarán durante este fin de semana primaveral que se vive en Roma- son un signo del espíritu que se vive en la Iglesia de los tiempos de Francisco; una Iglesia que enfrenta los grandes temas que le preocupen a la sociedad apostando a las nuevas generaciones como motor del cambio que el mundo reclama.
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