Ideales para visitar en vacaciones de invierno: los pueblos fantasmas de Córdoba

Turismo

Cantera Iguazú, Pueblo Escondido, Totoralejos y Cantera Centenario Argentino son cuatros parajes abandonados por sus pobladores, que vale la pena conocer.

Una visita relámpago a la Patagonia para disfrutar de sus paradisíacos paisajes y los deportes propios de la nieve o unos días en la costa atlántica para descansar y apreciar la playa el mar desde otra perspectiva, suelen ser las opciones clásicas de las vacaciones invernales.

El norte argentino y el Litoral también son opciones que turistas nacionales y extranjeros eligen para pasar unos días y realizar caminatas, recorridas en auto o bicicleta y excursiones que sirven para conocer lugares nunca antes vistos, algunos de ellos bastante recónditos.

Como los que, ya en el centro argentino, ofrece la provincia de Córdoba, que además de sus lagos y sierras también tiene varios pueblos fantasmas en los que vale la pena incursionar, haciendo turismo de un modo diferentes o, al menos, poco habitual.

Cuatro de esos parajes abandonados, que tuvieron su época de esplendor social y económico, son los siguientes:

Cantera Iguazú en Cruz del Eje

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Bautizada de ese modo en honor a las Cataratas del Iguazú, ya que una pared de piedra blanca en el fondo del pueblo parece una cascada, Cantera Iguazú supo tener unos 200 habitantes que trabajaban en la cantera, dedicada a la extracción de mármol blanco, caliza y piedra sapo.

Los muros derruidos de las viviendas y de la escuela, los antiguos hornos de las canteras que tuvieron su época de esplendor en la década del 30, y hasta una cancha de fútbol, pueden visitarse en este paraje que, según cuenta la leyenda, fue abandonado por su último habitante en 1978, quien dejó su casa para ver por televisión el Mundial de ese año y nunca más volvió.

Cantera Iguazú está en las inmediaciones de la localidad de Characato, en el departamento de Cruz del Eje, a unos 120 kilómetros de la capital cordobesa, subiendo por el camino de tierra que lleva al Valle del Río Pinto.

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Pueblo Escondido en el Cerro Áspero

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Solía ser un pueblo minero donde sus habitantes se dedicaban exclusivamente a la extracción del tungsteno, material que soporta altas temperaturas y que se usaba para hacer armas de guerra. A falta de demanda, en 1969 la mina fue desactivada y abandonada definitivamente.

Hoy sus instalaciones abandonadas se refaccionaron para turismo alternativo, pudiendo pernoctar en el lugar aunque el acceso es complicado y, para quienes no son de la zona, debe realizarse con guía.

Se puede ir por Merlo, San Luis, o por Embalse hasta el pueblo La Cruz, siguiendo por la localidad de Luti y luego seguir los carteles indicativos hasta Pueblo Escondido. Vale advertir que al lugar solo se puede llegar caminando.

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Totoralejos en Salinas Grandes

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A 230 km de Córdoba capital, en medio de las Salinas Grandes, se encuentra Totoralejos, población por donde pasaba el tren Central Córdoba. Alrededor de la estación se instaló un caserío en el que residían los obreros que se encargaban de mantener las vías.

Pero un día, el ferrocarril dejó de pasar y los talleres dejaron de funcionar… El final era anunciado: uno a uno, sus pobladores fueron abandonando el lugar hasta que solo quedaron la derruida estación y los rieles oxidados.

A este lugar del departamento de Tulumba se llega por la Ruta Nacional 60 hacia Deán Funes y hasta toparse con el cartel indicativo de Totoralejos, donde se debe doblar por una calle de ripio hacia la izquierda y luego a la derecha.

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Cantera Centenario Argentino

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Cantera Centenario Argentino se encuentra a unos 12 kilómetros de la ciudad de La Cumbre, y fue un pueblo minero que supo gozar de gran prosperidad, con varias decenas de viviendas, una línea de ferrocarril, una escuela, una proveeduría y hasta un equipo de fútbol que representaba a los trabajadores mineros en los torneos regionales.

Sin embargo, los propietarios de la mina que daba trabajo a todos los pobladores comenzaron a abandonarla y, poco a poco, lenta pero inexorablemente, los vecinos se fueron yendo, y en la década de 1980 fue cerrada definitivamente. Por esos días, su último poblador también le dijo adiós.

Hoy es un caserío envuelto en la naturaleza, digno de ser visitado por los más aventureros y audaces, ya que cuentan los parroquianos que allí suelen suceder algunos acontecimientos un poco extraños

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