Invasión: la película de culto que escribieron Borges y Bioy Casares

Cultura

Los escritores argentinos más célebres escribieron el argumento de esta obra dirigida por Hugo Santiago y estrenada en 1969, que hoy es considerada una película de culto.

Luego de ser presentada en festivales internacionales como Cannes, Mannheim, Locarno y Barcelona, el 16 de octubre de 1969 se estrenaba en el ya desaparecido cine Hindú de Buenos Aires la película ‘Invasión’, con argumento original de dos grandes de literatura: Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares.

"Invasión es la leyenda de una ciudad, imaginaria o real, sitiada por fuertes enemigos y defendida por unos pocos hombres, que acaso no son héroes. Lucharán hasta el fin, sin sospechar que su batalla es infinita", decía la sinopsis promocional escrita por el propio Borges.

Hugo Santiago Muchnik —hijo del recordado productor televisivo Pedro Muchnik— era su director, y dos años antes le había pedido a Borges el guion. En su currículum, el realizador tenía haber asistido durante siete años a Robert Bresson en Francia y un par de cortometrajes: ‘Los contrabandistas’ (1967), con Federico Luppi, y ‘Los taitas’ (1968), con Lito Cruz.

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“Fui a verlo a Borges con una idea de ciudad sitiada que se llamaría Aquilea y que sería víctima de una invasión. Esa ciudad tendría sus hombres (pocos) para defenderla, tendría su luz —negros y blancos y los grises más densos del mundo”, contó el propio Santiago sobre la génesis de ‘Invasión’. De hecho, se presentó ante el entonces director de la Biblioteca Nacional como uno de sus exalumnos en la cátedra de literatura inglesa de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA).

Nada hay confirmado al respecto, pero además de la influencia de Bresson, la sombra de ‘El Eternauta’, historia de ocupación creada por Héctor Germán Oesterheld y el dibujante Francisco Solano López y publicada en Hora Cero Semanal entre 1957 y 1959, parece alcanzar también la idea de Santiago, con la que logró convencer a Borges.

El autor de ‘Ficciones’ llamó entonces a su gran amigo Bioy Casares para encarar juntos la trama de la película que, de entrada, sabían que sería de ciencia-ficción, género que por aquellos años comenzaba a reverdecer tras la decadencia de los 40 y 50 y que acabaría por consagrarse a nivel global con ‘2001: una odisea espacial’ (1968), de Stanley Kubrick.

Aunque ambas se estrenaron con pocos meses de diferencia, la producción argentina era —obviamente— más modesta, y en la cabeza del dúo que ya tenía en su haber varias colaboraciones, dio vueltas la vieja Troya y la leyenda de Aquiles como base para su historia, tal como les había planteado el director al formularles el desafío.

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Finalmente, en julio de 1967, Bioy le entregó a Santiago diez páginas con el argumento, pero con una rotunda negativa: no participaría en la escritura del libreto definitivo. Aparentemente, Borges —que aquel año aparecía como principal candidato al Nobel de Literatura— era de la misma opinión. Hasta ahí llegaría el compromiso de ambos.

En su monumental ‘Borges’ (2006), Bioy relata el encuentro: “Comen en casa Borges y Hugo Santiago Muchnik. A Muchnik le digo: ‘Tengo para usted una buena y una mala noticia. La buena es que hemos concluido el resumen del film y que se lo regalamos para que haga lo que quiera. La mala es que no haremos el libreto…’” Parecía una decisión terminante.

Sin embargo, habrá podido más la fascinación de Borges por el mundo del cine (durante más de una década escribió críticas sobre filmes y lenguaje cinematográfico en la revista Sur), solo interrumpida por la ceguera, porque el cuentista y poeta terminó involucrándose directamente en la confección del guion, junto al director. Incluso, escribió la ‘Milonga de Manuel Flores’, musicalizada por Aníbal Troilo, y presenció la filmación de varias escenas.

Tras varios meses de filmación con estrellas del momento como Lautaro Murúa y Olga Zubarry, el resultado es una cinta estéticamente inquietante, con esos “negros y blancos y los grises más densos del mundo”; con esa Aquilea tan parecida a Buenos Aires bajo la dictadura de Juan Carlos Onganía: “sus calles hechas de otras calles, su río turbio e infinito, sus plazas abismales, sus ilimitados atardeceres, su orbe de ruidos —pasos y portales y pájaros y estallidos que la amenazarían como enemigos”, en palabras del director.

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El estreno en el colmado Hindú, ubicado en Lavalle al 800, calle entonces repleta de cines y teatros que lucían sus fulgurantes luminarias y rutilantes neones, fue presenciado por cientos de espectadores, sus hacedores y protagonistas. A pesar de todos los nombres rutilantes, de la música de Pichuco y de ser presentada como “la película de Borges y Bioy Casares”, fue un fiasco; duró en cartel lo que un suspiro.

En el ya citado ‘Borges’, Bioy recuerda: “El film no llega a los espectadores; éstos ríen en los momentos trágicos y largamente se aburren. Nos vamos con precipitación, pero la gente (alguna famosa por la impertinencia agresiva) me detiene para felicitarme... ‘El bodrio del año’, afirma tristemente un desconocido”.

Hoy, a décadas del estreno y del rotundo fracaso comercial, ‘Invasión’ es considerada una película de culto, con su trama en la que unos pocos hombres defienden heroicamente su ciudad (Aquilea o Buenos Aires, da igual) mientras los invasores planean el ataque final, en una historia donde se cruzan géneros como el policial negro, lo fantástico y un tipo nuevo y revulsivo de ciencia ficción.

En el sitio especializado FilmAffinity figura en la ubicación 68 entre las mejores películas argentinas de todos los tiempos y 113 en el ranking de mejores películas de ciencia ficción de todo el mundo y de todas las épocas, que lideran ‘Metropolis’ (1927) y ‘Blade Runner’ (1982).

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