El drama de Tomás Molina: erró dos penales en la final y se quebró en lágrimas ante su familia

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El goleador de Argentinos Juniors vivió un momento durísimo al fallar dos veces desde los doce pasos; su desconsuelo conmovió a todos en el estadio de Córdoba.

La imagen más humana y dolorosa de la final de la Copa Argentina 2025 fue la de Tomás Molina. El delantero pilarense, figura de Argentinos Juniors y máximo goleador del certamen, no pudo ocultar su tristeza tras errar los dos penales que terminaron marcando la derrota ante Independiente Rivadavia. Apenas terminó la definición, se lo vio roto en lágrimas, abrazado a su familia en la tribuna del estadio de Alta Córdoba.

Molina, de 30 años, llegaba al partido decisivo como una de las grandes figuras del torneo, con cinco goles en su haber. Sin embargo, la suerte le dio la espalda en el momento más importante. Falló su primer penal, que había sido atajado por Gonzalo Marinelli, y el VAR ordenó repetir la ejecución por adelantamiento del arquero. En el segundo intento, el resultado fue el mismo: otra tapada espectacular del guardameta mendocino que se vistió de héroe.

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El golpe fue demasiado duro. Molina permaneció cabizbajo durante la premiación y apenas recibió la medalla entre lágrimas. Sus compañeros lo rodearon para consolarlo, mientras la hinchada del Bicho reconocía su esfuerzo con aplausos. Luego, al final de la ceremonia, el atacante se acercó al sector donde estaban su esposa, sus padres y sus amigos, y rompió en llanto desconsolado.

Pese al trago amargo, el delantero cierra una Copa Argentina notable. Fue el máximo artillero del certamen y pieza clave para que Argentinos alcanzara una final tras muchos años. Su desempeño a lo largo del torneo fue sobresaliente, aunque la final dejó una cicatriz difícil de borrar.

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La otra cara de la historia la protagonizó Gonzalo Marinelli. El arquero suplente de Independiente Rivadavia ingresó sobre el final por la lesión de Ezequiel Centurión y terminó siendo el héroe de la noche al detener los dos penales de Molina. “Sabía que él solía patear al medio, y en el segundo pensé que podía cruzarlo. Por suerte salió bien”, contó luego del partido en TyC Sports.

El contraste entre ambos futbolistas simbolizó la esencia del fútbol: la gloria y el dolor, separados por milímetros. Para Molina, el tiempo será su mejor aliado para dejar atrás la tristeza y volver a convertir goles con la camiseta del Bicho.

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