Miguel Ángel Russo y Juan Román Riquelme, la historia de una relación que marcó dos grandes eras en Boca
Del técnico que lo potenció en 2007 al entrenador que volvió bajo su mando en 2020, repitió a mediados de 2025: el vínculo que fue mucho más que deportivo.
La historia de Miguel Ángel Russo y Juan Román Riquelme atraviesa dos décadas de Boca y refleja una de las relaciones más simbólicas que tuvo el club en los últimos tiempos. Lo que comenzó como una sociedad profesional entre un técnico experimentado y un futbolista genial, terminó transformándose en un lazo humano basado en el respeto y la admiración mutua. Con la muerte del director técnico, esa historia cierra un círculo que marcó a fuego la identidad xeneize moderna.
Russo asumió su primer ciclo como técnico en 2007, en medio de una etapa de transición posterior a la salida de Alfio Basile. Aquella temporada, el club apostó por su experiencia y serenidad para guiar a un equipo con talento, pero que necesitaba reencontrar su rumbo. En ese contexto, Riquelme regresó desde el Villarreal para disputar la Copa Libertadores.
El reencuentro entre ambos fue inmediato: el entrenador supo construir el entorno perfecto para que Román volviera a ser el eje del equipo. Bajo su conducción, Boca conquistó la Copa Libertadores 2007, con Román en un nivel extraordinario, autor de tres goles en la final ante Gremio. “Miguel nos daba tranquilidad, confianza y libertad. Sabía cómo tratarnos”, recordaría años después el propio número 10, sintetizando la química que los unió.
Tras la Libertadores de 2007, Russo volvió a Boca como DT de la mano de Riquelme
Más de una década después, el destino los volvió a cruzar, pero en roles invertidos. En 2019, Riquelme asumió como vicepresidente y líder del Consejo de Fútbol. Su primera gran decisión fue llamar a Russo para encabezar el nuevo proyecto deportivo. “Quiero que vuelvas a casa”, le dijo Román, según contó el propio DT.
En ese segundo ciclo, Miguel devolvió la calma a un club convulsionado: ganó la Superliga 2019/20 arrebatándosela a River en la última fecha, y posteriormente la Copa de la Liga 2020, ambas bajo la gestión de Riquelme. La relación entre ambos se mantuvo sólida incluso en los momentos difíciles.
Russo dejó su cargo en 2021, pero nunca hubo distancia personal. Román siempre lo reconoció como un referente y una figura paternal dentro del club. En los últimos años, se los vio juntos en la Bombonera compartiendo charlas distendidas, risas y gestos de complicidad. “Miguel es parte de nuestra historia. Siempre lo será”, dijo cuando le dedicó un homenaje en vida, sabiendo que su salud ya no era la misma.
Con su muerte, el vínculo entre ambos queda sellado como uno de los más emotivos de la historia reciente del club de la Ribera. El máximo ídolo perdió a un amigo y a un maestro. Y el club, a un hombre que supo entender el espíritu xeneize como pocos. Porque si Román fue la voz de la cancha, Russo fue el silencio que ordenaba detrás: dos maneras distintas de representar a Boca, unidas por una misma pasión.
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