Salario Básico Universal: qué impacto tuvo en otras partes del mundo en la reducción de la pobreza

Economía

Un sector del oficialismo busca avanzar en el debate para la implementación de una Renta Básica Universal para reducir la pobreza y la desigualdad.

La discusión por la implementación de un Salario Básico Universal promete acaparar buena parte de la atención de la agenda política de los próximos meses. Se trata de una iniciativa impulsada por un sector del oficialismo con el diputado nacional Itai Hagman, del Frente Patria Grande referenciado en Juan Grabois pero que poco a poco suma apoyos al interior de la fuerza gobernante. En especial desde que la vicepresidenta Cristina Kirchner pidió el sábado pasado "comenzar a discutir la implementación de un ingreso universal básico".

Pero ¿de qué hablamos cuando hablamos de Salario Básico Universal?, ¿qué se sabe de su implementación en otras partes del mundo? y ¿qué impacto real tiene este instrumento en la reducción de la pobreza y la desigualdad?

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Parecen preguntas básicas a la hora de pretender encarar un debate serio sobre el tema. Son sin embargo preguntas que no muchos de los detractores de esta iniciativa parecen hacerse para en su lugar caer en un cúmulo de lugares comunes vacíos de sustento científico.

Lo cierto es que la implementación de políticas de transferencias de ingresos directas a los sectores más vulnerables de la sociedad demostraron, tanto en la Argentina como en otras partes del mundo, ser muy eficaces a la hora de combatir la pobreza y la desigualdad.

Así lo dejó evidenciado el historiador holandés Rutger Bregman en su libro "Utopía para realistas" en el que realiza una encendida y bien documentada defensa de la Renta Básica Universal. Bregman, considerado uno de los pensadores jóvenes más importantes de la actualidad en Europa da cuenta, en base a las experiencias recabadas en distintas partes del mundo, del impacto positivo en la reducción de la pobreza y la desigualdad de instrumentos como el Salario Básico Universal.

"Ya se ha establecido una correlación entre el desembolso económico incondicional y la reducción de la delincuencia, la mortalidad infantil, la desnutrición, el embarazo adolescente, así como el absentismo escolar, y mejoras en el rendimiento académico, el crecimiento económico y la igualdad entre sexos", destaca Bregman.

Esto mismo quedó plasmado en un estudio de la Universidad de Manchester de 2010, reproducido en el libro "Simplemente hay que darle dinero a los pobres" de los economistas Joseph Manlon, Armando Barrientos y David Hulme. Allí se ofrecen numerosos ejemplos de casos en lo que las transferencias directas de dinero "con pocas condiciones, o incluso sin ninguna, ha funcionado".

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Uno de estos casos es el de Namibia, donde una política de estas características logró que la tasa de desnutrición cayera en picada, pasando del 42% al 10%. Similar impacto tuvo en el absentismo escolar que cayó del 40% al 0% y en la tasa de delincuencia.

En Malaui la asistencia a la escuela entre niñas y mujeres aumentó un 40%.

En 2008 el gobierno de Uganda decidió distribuir casi 400 dólares a unas 12 mil personas de entre 16 y 35 años. Lo único que debían presentar para obtener el beneficio era un plan de negocio. "Cinco años después los efectos eran impactantes", señala Bregman y detalla: "después de invertir en su propia educación y en iniciativas de negocio, los ingresos de los beneficiarios habían ascendido casi un 50%. Y sus posibilidades de ser contratados se habían incrementado en más del 60%".

Otro programa ugandés distribuyó 150 dólares a más de 1.800 mujeres pobres del norte del país, con resultados similares: los ingresos se dispararon casi en un 100%.

Sin embargo la experiencia a mayor escala realizada con una Renta Básica Universal es de Canadá. En marzo de 1973 el gobernador de Winnipeg creó un programa piloto, el Mincome (acrónimo de minimum income, ingreso mínimo en inglés). Destinó al proyecto 83 millones de dólares estadounidenses y lo aplicó en la pequeña localidad de Dauphin de 13 mil habitantes.

A todos los habitantes de Dauphin se les asignó una renta básica que garantizaba que nadie quedara por debajo del umbral de la pobreza. Así, el 30% de la población, recibió cada mes un cheque. Una familia de cuatro miembros recibió ese año 19 mil dólares estadounidenses a lo largo de 12 meses. Y resultados fueron igual de alentadores que cualquier otra parte del mundo.

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La preeminencia de los prejuicios

Contrariamente al extendido prejuicio entre algunos sectores acerca de cómo los sectores más postergados utilizan el dinero que reciben (basta recordar al referente de Cambiemos, Ernesto Sanz, quien en 2010 aseguró que la Asignación Universal por Hijo "se va por la canaleta del juego y la droga) está comprobado que el uso que le dan les permite no solo satisfacer sus necesidades más inmediatas sino que también los ayuda a sentar la base de un crecimiento autónomo por medio de pequeños emprendimientos.

Un estudio realizado a gran escala por el Banco Mundial (BM) demostró que "en el 82% de todos los casos investigados en África, Latinoamérica y Asia (entre quienes recibían ayudas directa del Estado), el consumo de alcohol y tabaco se había reducido".

En este sentido Bregman destaca el curioso experimento que realizaron en Liberia y reflejado en 2014 por los economistas Christopher Blattman y Paul Niehaus en Show them the money. El experimento era sencillo, ver qué sucedía si se entregaba 200 dólares a los pobres más proclives a malgastarlos. Para ello reclutaron alcohólicos, adictos y pequeños delincuentes de los barrios más humildes. Tres años después ¿En qué habían gastado el dinero? En comida, ropa, medicinas y pequeños negocios. "Si estas personas no desperdiciaron el dinero -se preguntó uno de los investigadores- ¿quién lo haría?".

Aún así, advierte Bregman, el argumento de que "los pobres son vagos" que quieren vivir del Estado, se escucha una y otra vez en los más diversos ámbitos y con los más variados eufemismos.

Quienes lo dicen, guiados por el mero prejuicio, probablemente no saben que un grupo de científicos se abocó a tratar de dilucidar si esto era cierto. La prestigiosa revista científica The Lancet reprodujo en 2009 sus hallazgos y señalan que "de hecho, cuando los pobres reciben dinero sin condiciones tienden a trabajar más".

Y advierte que "los datos que surgen de las transferencias de dinero condicionadas o incondicionadas contradicen en gran medida los argumentos de que estos programas son un obstáculo para que los adultos busquen trabajo o que creen una cultura de dependencia que perpetúa la pobreza intergeneracional".

En tanto el estudio realizado por la Universidad de Manchester y liderado por Manlon, Barrientos y Hulme resalta los beneficios de este tipo de programas: las familias den un buen uso al dinero; la pobreza se reduce; se producen diversos beneficios de larga duración en ingresos, salud e impuestos y finalmente, estos programas son menos costosos que las alternativas.

En pocas semanas más muy probablemente este debate vuelva a instalarse en la agenda política argentina, donde los niveles de pobreza y desigualdad exigen la adopción de medidas urgentes. Se trata de un debate tan necesario como indispensable es que se realice sin prejuicios y sobre la base de la evidencia que ya está disponible a partir de las experiencias de otras partes del mundo.

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