Bugonia: la nueva locura de Yorgos Lanthimos, Emma Stone y Jesse Plemons que redefine el cine
Cuando se junta una mente maestra de la dirección y dos íconos de la actuación, no puede salir más que una obra de arte y "Bugonia" lo es.
Foto: (Universal)

Con su décimo largometraje, Bugonia, el cineasta griego Yorgos Lanthimos se sumerge de nuevo en el territorio del absurdo y la crueldad humana, ofreciendo un explosivo thriller psicológico que funciona como un oscuro espejo de nuestra época.
Adaptando libremente el material original de la cinta surcoreana Save the Green Planet!, Lanthimos y el guionista Will Tracy (conocido por su ingenio diabólico) orquestan un encuentro tan visceralmente impredecible como conmovedor entre la paranoia y el privilegio corporativo.
La película se centra en Teddy (Jesse Plemons), un hombre consumido por teorías conspirativas generadas en línea, y su primo Donny (Aidan Delbis), su contrapunto emocional. Convencidos de que Michelle Fuller (Emma Stone), la poderosa CEO de la farmacéutica Auxolith, es en realidad una invasora alienígena con planes para destruir la Tierra, deciden tomar la justicia por su mano.
El secuestro, ejecutado con una torpeza digna del cine mudo, culmina con Michelle encadenada a un catre en un sótano cubierto de papel de aluminio, el microcosmos literal donde se libra la batalla por el destino del planeta.
Y como la mente maestra detrás de esta historia decidió dividir su película en comedia, thriller y excentricidad, yo haré lo mismo con esta nota. Solo que con la intención de contar a detalle por qué "Bugonia" es la locura con la que se redefine el cine.
El choque de dos mundos cerrados
Lanthimos utiliza el encierro físico del sótano para explorar dos tipos de mundos cerrados (o burbujas de aislamiento) que definen la sociedad actual:
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La caja de resonancia online: Teddy habita en la realidad distorsionada por su "investigación propia" en internet, donde cada creencia, por esotérica que sea (desde radiación, farmacéuticas tóxicas y abejas muertas, hasta alienígenas andromedanos), es reforzada hasta convertirse en dogma.
La fortaleza del privilegio: Michelle, por su parte, vive en una burbuja de acero y cristal, una élite despiadada obsesionada con la rutina de belleza y el ejercicio, dirigiendo su imperio con mano de hierro.
El conflicto central es la negociación fallida y la tortura. Teddy necesita que Michelle lo lleve ante sus líderes galácticos para salvar a la humanidad; Michelle, la ejecutiva acostumbrada a mandar con tiranía, debe convencer a su secuestrador de que simplemente es una persona (una empresaria, pero una persona al fin y al cabo) antes de que la locura de Teddy lo lleve a lo irreversible.
El triunvirato actoral: locura, hielo y alma
El poder de la película reside en las interpretaciones magistrales de su trío central.
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Jesse Plemons como Teddy: Plemons ofrece un retrato increíblemente compasivo de la desesperación. Con los ojos desorbitados y bañado en sudor, Teddy camina por la línea entre la crisis existencial inducida por la paranoia y la rabia ciega. El motor de su cruzada, en última instancia, no es la locura cósmica, sino una herida emocional profunda relacionada con su madre (encarnada en inquietantes flashbacks por Alicia Silverstone).
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Emma Stone como Michelle Fuller: En su cuarta colaboración con Lanthimos, Stone interpreta a una ejecutiva casi monolítica: adicta al trabajo, experta en artes marciales, y con una determinación de hacerlo por más que cueste. A diferencia de la contenida Bella Baxter, su Michelle está llena de matices, obligando al espectador a no apartar la vista de esta figura helada que debe, por primera vez, mendigar por su vida.
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Aidan Delbis como Donny: El novato Delbis aporta el núcleo emocional y la cordura insuficiente a la ecuación. Su personaje, descrito como una fuerza moderadora, es el ancla que impide que la locura de Teddy y la frialdad de Michelle consuman completamente la película.
Sistemas, sonido y simbolismo
El título, Bugonia, hace referencia a un antiguo ritual donde se sacrificaba un buey con la esperanza de que su cadáver generara abejas de forma espontánea. Este simbolismo de la vida surgiendo de la descomposición resuena en el filme, que es, en esencia, un estudio sobre los múltiples "sistemas" que nos rigen: de salud, social, nervioso, o incluso el patriarcado.
Bugonia es, en última instancia, una meditación audazmente original sobre la humanidad. Lanthimos ahonda en la paradoja de cómo el deseo de cuidar a los demás —de "salvar el planeta"— puede degenerar tan fácilmente en impulsos de crueldad y destrucción. A la luz parpadeante de un sótano, nos obliga a cuestionar si la empatía y la conexión son, de hecho, el instinto más alienígena de todos.
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