El drama del hijo de Natacha Jaitt: denunció a su tío Ulises por maltrato
Valentino vivió parte de su adolescencia en un hogar de huérfanos. Finalmente logró que la Justicia ordene una medida perimetral.
Valentino Jaitt, hijo de la recordada Natacha Jaitt, decidió abrir su corazón y contar públicamente la pesadilla que vivió durante su adolescencia, acompañado por su tío Ulises Jaitt.
El joven habló con la periodista Fernanda Iglesias para el programa Puro Show, desde su casa en Villa Urquiza, donde residió junto a su madre y, más tarde, bajo la custodia de su tío, hasta que a los 16 años tomó la decisión de escaparse para buscar un refugio seguro. Hoy, con 19 años, reveló la verdadera historia detrás de los años de violencia que sufrió, en un proceso que la Justicia escuchó y respaldó.
Gracias a ello, pudo regresar a la casa de su madre y logró que Ulises Jaitt tenga una orden perimetral que lo mantiene alejado. La ausencia de su padre, el actor Adrián Yospe, quien falleció cuando era pequeño, lo llevó a pasar por un hogar de la colectividad judía, donde recibió apoyo y herramientas para finalmente animarse a denunciar los abusos que sufrió.
“A mi tío siempre lo dejé bien parado, pero la realidad es distinta. Él siempre fue violento, era demasiado violento conmigo. Sufrí su mano dura en mi niñez y adolescencia”, relató Valentino, describiendo un contexto familiar marcado por el miedo y la manipulación. Según explicó, la falta de supervisión de su madre, ocupada en sus tareas laborales, permitió que Ulises ejerciera violencia física de manera sistemática: “Son cosas que Ulises hacía cuando ella no estaba presente, yo vivía bajo manipulación de él. Empezó con cachetadas, si me portaba más de tres veces mal, a la cuarta me cagaba a trompadas”.
El joven relató con crudeza los métodos de castigo a los que lo sometía: “Decía que era la forma de educación de mi abuelo. Me agarraba de los pelos, me arrastraba por toda la casa, me ha pegado con cinturón, me ha dejado lesiones en la cara, me dejaba en el baño con agua fría, me partió un palo de escoba en la espalda, estuve dos semanas rengo, se cagaba de risa y me decía que lo tenía que bancar, vivía con demasiada amenaza, yo creí que lo que me hacía estaba bien y que yo me lo merecía. Viví muchos años bajo sus alas demoníacas”.
Valentino también detalló cómo la violencia afectó su vida cotidiana y su entorno social: “Iba a la escuela, pero si me pegaba, faltaba. Tenía lesiones, si me veían iban a denunciarlo. Siempre intentó escapar de las denuncias, el tipo tiene miedo de que hable de todo lo que me hizo. Me encerraba, no me dejaba ver a mis amigos. Me destrozaba la habitación, me ha roto 6 celulares. Era muy violento, se cagaba a trompadas con un par de personas saliendo de joda”.
El momento de quiebre llegó a los 16 años, cuando Valentino decidió abandonar la casa y refugiarse en un hogar de la colectividad judía. Allí, con la ayuda de un psicólogo escolar que había detectado la situación, pudo dar los pasos necesarios para denunciar a su tío y buscar paz física y mental.
“A pesar de que me cagaba a trompadas, yo lo amaba. No lo quiero volver a ver, espero que lo cancelen, perdí muchos años de mi vida por él. Si mi vieja viera todo lo que me hizo Ulises, él no estaría vivo”, concluyó el joven, cerrando un capítulo que lo marcó profundamente pero que finalmente logró enfrentar.
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