Pablo Rago presentó sus propios Martín Fierro y sorprendió al revelar a los elegidos
En medio del boom de los premios de APTRA, el actor impulsó una iniciativa barrial para resaltar el valor de la cercanía y lo humano lejos de las cámaras
Mientras el 2025 avanzó con una intensa agenda de galas y múltiples versiones oficiales de los Premios Martín Fierro, Pablo Rago optó por correrse del esquema habitual y proponer una iniciativa distinta, lejos del brillo y las formalidades.
Sin vínculo con APTRA ni con Luis Ventura, el actor —vecino de Palermo— creó una entrega alternativa pensada para reconocer a personas de su entorno cotidiano, protagonistas silenciosos de su día a día y ajenos a la exposición mediática.
En contraste con las ceremonias tradicionales que premian a figuras de la televisión, el streaming, la radio, el teatro o el cine, Rago decidió cambiar el eje y poner el foco en los vecinos del barrio. Así lo explicó al presentar su propuesta en redes sociales: “Este año se dieron muchos Martín Fierro y no dejé de pasar la oportunidad de premiar a mis vecinos de Palermo”.
Desde su cuenta de Instagram compartió una serie de reconocimientos informales, sin jurados ni reglas institucionales, dedicados a quienes —según describió— merecen “aplauso, medalla y beso” por su aporte cotidiano.
La iniciativa se desarrolló de manera sencilla y cercana, sin alfombras rojas ni flashes. El actor publicó imágenes junto a los homenajeados, reflejando sorpresa, alegría y un clima de celebración genuina. La repercusión no tardó en llegar y la propuesta cosechó numerosos mensajes de apoyo, destacando el valor del reconocimiento sincero.
Entre los distinguidos aparecieron Mery, señalada como “la mejor verdulera”; Nico, definido como “el chino más argentino de Palermo”; Jano, elegido “el mejor pizzero”; y Dany, reconocida como “la mejor pizzera”. También hubo premios para Javier, como “mejor encargado”; Migdalia, como “mejor cajera”; y un cierre emotivo con Juliana, la mascota del grupo, celebrada como “la mejor perrita del mundo”.
En cada mención, Rago remarcó los nombres propios por sobre los roles, subrayando la cercanía del gesto y dejando en claro la ausencia de intereses comerciales o promocionales. El reconocimiento, otorgado de manera personal y directa, puso en primer plano la dimensión humana de la propuesta.
Así, sin estatuillas ni ceremonias formales, la premiación funcionó como una puesta en valor de quienes sostienen la vida barrial desde lo cotidiano, demostrando que el verdadero premio puede estar en un gesto simple y desinteresado.














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