Repensar el sistema de Seguridad Social, un desafío que tendrá que afrontar el próximo Gobierno

Economía

Por Christian D´Alessandro.

Abogado y periodista especializado en seguridad social y personas mayores.


Mientras el dólar se dispara, el salario de más vulnerables cada día se deprecia más. Al igual que en los noventa los más de 3,5 millones de jubilados de la mínima perciben un poco más de 190 dólares y los de la pensión universal al adulto mayor, unos 150 dólares.

Los discapacitados, doblemente vulnerados por su falta de recursos económicos y por la invalidez o enfermedades que padecen, con un dólar a 60 pesos, perciben una pensión no contributiva de alrededor de 130.

El 80 por ciento de nuestros mayores viven en la línea de la pobreza. La canasta básica de los jubilados, con está inflación pos PASO, ronda los 35.000 pesos y los medicamentos treparon solamente en las últimas semanas un 20 por ciento promedio.

Esta radiografía que el gobierno de Mauricio Macri se empecina a no ver, es la pesada herencia que recibirá el próximo presidente elegido el 27 de octubre. Alberto Fernández, si es electo primer mandatario, tendrá la dificilísima misión de curar a los millones de heridos sociales que quedaron en la línea de fuego por el “macricido” provocado en estos últimos cuatro años.

Fernández deberá llevar tranquilidad a los olvidados no sólo dando el aumento de contingencia del 20 por ciento y lo remedios gratuitos que prometió, sino también con un plan de acción que siente las bases de un nuevo sistema.

En este repensar, como primera medida, debería crear el ministerio de seguridad social: el de los jubilados.

En un país con algo más de 50 millones de habitantes para el 2050, se debe tender un puente generacional que reconozca y dignifique cada una de las etapas de la vida, incluso antes del nacimiento y aún después de la muerte. Según estudios oficiales, 1 de cada 5 compatriotas tendrán más de 64 años y nuestra población adulta mayor será de casi 10 millones de personas.

Por este motivo, separar la cartera de trabajo de la de seguridad social es imperiosa para generar políticas publicas sostenibles a corto, mediano y largo plazo.

En segundo lugar, debería devolvérseles a los trabajadores pasivos y activos, lo que por derecho les corresponde: PAMI y ANSES.

El artículo 14 bis de la Constitución Nacional establece que los organismos de seguridad social deben estar administrados “por los interesados con participación del Estado” razón por la cual, una medida importante es dignificar el derecho a la toma de decisiones de los trabajadores, de los jubilados y de los empresarios bajo el principio de participación ciudadana.

En tercer lugar, debería rediseñarse el destino de los recursos del Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS). Sobre este punto, me tomo el atrevimiento de sugerirle al próximo presidente la creación de un banco de desarrollo productivo de la seguridad social.

A fines del primer trimestre de 2019, el valor de la Cartera de Inversiones del FGS ascendía a $ 1,86 billones, lo cual representó una suba del 13 por ciento respecto del trimestre anterior (aumento del 1,1 por ciento en términos reales). Sin embargo, en dólares el FGS ha decrecido enormemente respecto al inicio de la gestión de Macri, girando en torno a unos 31.000 millones.

Para evitar el despilfarro y proteger la productividad de las pequeñas y medianas empresas, contener al campo, a las innovaciones tecnológicas, fomentar la construcción de viviendas sociales, resguardar a los tenedores de créditos hipotecarios y a las economías regionales, con dichos recursos, se podrían otorgar préstamos a tasas de interés más bajas que las del mercado, invirtiendo en la sociedad y así resguardar la producción nacional, generando dividendos para el sostén de las jubilaciones presentes y futuras.

Focalizar en políticas de largo plazo hará que no sólo se mire lo urgente, sino también el futuro. Como dijo William Henry Beveridge, “un período revolucionario en la historia del mundo es el momento de hacer revoluciones, y no de poner parches y remiendos a lo viejo”. En esta radiografía de un paciente moribundo, es hora de diagnosticar prudentemente y aconsejar para un país que incluya a todos.

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