Dónde está Wang, el chino que lloraba por los saqueos de 2001 y qué pasó con el "maldito" local

Sociedad

Te contamos que fue de la vida del comerciante que protagonizó una de las postales más icónicas que dejó el estallido social.

Se cumplen 20 años de la gran crisis económica y social de la Argentina que marcó el final del gobierno de Fernando de la Rúa, y que dejó protagonistas anónimos de la tragedia. Uno de ellos fue el comerciante chino que lloraba desconsoladamente mientras una horda de personas destrozaban su supermercado.

El hecho ocurrió el 20 de diciembre del 2001 en avenida Gaona 4602, Ciudadela, y dejó una de las imágenes más icónicas del gran estallido, no se puede decir que una de las 'más triste' porque todo por esa época era una desgracia. Wang Zhao He, o Juan como le decían los clientes, había llegado al país un año y medio antes de la fatídica fecha para montar su negocio en uno de los barrios residenciales del conurbano bonaerense próximo a la Ciudad de Buenos Aires. Si bien por esa fecha las cosas no iban bien nada hacía prever que 12 meses después Domingo Cavallo iba a poner un corralito para los ahorros y restringiría el retiro de dinero en efectivo a $250 semanales, lo que terminó haciendo que la delicada situación social hiciera volar por los aires a Fernando de la Rúa y a toda su administración.

Cerca del 19 y 20 de diciembre, el aire enrarecido que se percibía en la calle hizo que varios vecinos le advirtieran a Wang que debía poner seguridad armada o reforzar las rejas porque se venía una 'fea', pero por desconocimiento o fe no les llevó el apunte.

Ese jueves cuatro personas bajaron de un auto y arrancaron la reja del local, que también era el hogar de la poca familia de Wang, y desde ese momento todo fue desolación. Los vehículos desmembrados no paraban de llegar y la gente se llevaba todo ante un comerciante que lo único que hacía era llorar desconsoladamente y caminar por la vereda. No había ley, los policías no daban a basto para contener los robos, se había roto lo poco que quedaba del contrato social.

El saqueo no se limitó a los alimentos o productos en venta sino que también se llevaron heladeras, góndolas y hasta los cables del lugar, lo que provocó que durante varios años el lugar no tenga luz. Las pérdidas totales fueron aproximadamente de $100 mil, o dólares.

Embed

La maldición que recae sobre el local

Los vecinos de la zona hablan de la maldición que recae sobre el extenso local que está ubicado sobre una avenida muy transitada, en el que supo funcionar una fábrica de muebles de algarrobo y luego el supermercado, pero desde el famoso saqueo del 2001 jamás volvió a funcionar nada.

Según una nota del diario La Nación del 2006, ante la imposibilidad de vender el local había puesto un expendio de carbón y había comentado: "Cuando el chino se fue de acá, no le cobramos el último mes ni tampoco las roturas de vidrios y del local. La gente se robó hasta los cables de la luz. Aún hoy no tenemos luz, porque nos quieren cobrar una deuda irrisoria. ¿Si el Estado nos pagó algo? Nada de nada. ¿No te lo digo? Todavía no tenemos luz".

Los vecino señalan que durante muchos meses la propiedad, que se encuentra tapida, tuvo colgado el cartel de una inmobiliaria que promocionaba su alquiler pero el éxito fue esquivo y en la zona llegan a hablar de "la maldición del supermercado chino" ya que "nunca más nadie pudo abrir un negocio".

saqueos 2001 chino cerrado

¿Qué fue de la vida del comerciante chino?

Según reconstruyeron los residentes del barrio, Wang o Juan vivía con su pareja llamada Vanina y un cuñado de ella en la parte superior del negocio y dividían los ambientes con los paquetes y cajas de producto.

Tras el saqueo, Wang, Vanina y Li fueron hospedados por Esther y su marido Oscar, mientras los vecinos más cercanos los ayudaron a limpiar el desastre y tratar de recuperar lo poco que había quedado en pie.

Por aquel entonces, Vanina estaba embarazada de tres meses y dio a luz poco después de la catástrofe en la Ciudad de Buenos Aires acompañada de Esther quien era la única persona de confianza. “La cuidé dos años, me iba hasta el supermercado porque estaba sola. Lo hacía por amor. Ella preguntaba por qué la ayudaba y yo le decía que tenía la misma edad que mis hijas, y que si alguna de ellas estuviera a 12 mil kilómetros y les pasara esto me gustaría que alguien les diera una mano”, explicó la mujer en una entrevista.

Sin rumbo, algunas versiones indican que Wang recibió ayuda de unos comerciantes chinos del barrio porteño de Once y que luego se mudó a Chaco, en donde años más tarde puso un restaurante, pero no lograron asentarse.

Los últimos rastros que hay del comerciantes señalan que volvió a Buenos Aires e intentó distintos emprendimientos en Mar del Plata y Bahía Blanca, algo que fue confirmado por Yolanda Durán, presidenta de CEDEAPSA (Cámara empresarial de desarrollo argentino y países del sudeste asiático).

La pareja tampoco prosperó, por lo que Vanina se mudó a Canadá con la hija de ambos y el paradero de Wang es aún una incógnita.

Dejá tu comentario