La sobrevaloración del exitismo y la tragedia en las noches de sentencia de Bailando...

Sociedad

El escenario es la pista de Bailando por un sueño, el programa más visto de la televisión argentina. Cuatro o cinco famosas se manifiestan nerviosas, ansiosas, con miedos. Algunas dejan caer sus lágrimas. Todas ellas aguardan la resolución del jurado, primero, y del público, después, para ver si continúan o no en el certamen, cómo si de esa continuidad dependiera su futuro artístico.

El lunes por la noche Claudia Fernández, una de las nominadas, estaba muy angustiada, casi no podía hablar. Incluso en un momento dado le bajó la presión y la producción le alcanzó una gaseosa. Evidentemente el cuerpo le estaba pasando factura a la vedette,  que además integra el staff de bailarinas de Patinando por un sueño. Finalmente fue la elegida para abandonar el concurso.


 


Cuando la presión interna es más fuerte



A través del cuerpo, muchas de estas artistas pueden manifestar el impacto por las situaciones que están atravesado como cierta ansiedad, aspiraciones frustradas y muchos televidentes las perciben  como cuerpos perfectos sin olvidar que por dentro hay muchas emociones que se van juntando.

Para Gustavo Bustamante, vicepresidente del Fobia Club, una institución dedicada a tratar los trastornos de ansiedad, en este tipo de competencias las participantes muchas veces realizan una sobreevaluación del impacto que va a tener ese hecho en sus vidas. “Puede asociarse a un mecanismo perfeccionista de la personalidad, al temor a hacer el ridículo o a no sentirse valorada o querida socialmente”, indicó.

Flavia Palmiero fue eliminada la semana pasada del certamen  y describió esa situación angustiante que significó estar esperando todo el programa para ver si se iba o si se quedaba en el programa. “Fue horrible, espantoso, porque te das cuenta que no hay forma de cambiar el rumbo", expresó a minutouno.com.

Para los televidentes, la participación dentro de un reality es una situación natural dentro de un concurso, pero para los participantes que están a punto de volverse a casa puede ser un nuevo giro en  sus carreras, la posibilidad de trascender.

“Mucha gente no está capacitada para afrontar este tipo de exposiciones. En la vida de las personas pasan muchas otras cosas además de ese desafío mediático que puede ser una sobrecarga, una exigencia exagerada y muchas vece no tienen como afrontarla”, expresó Sanchez Negrete.

Según Bustamante, aquellas personas que tienen mayor sobrevaloración de exitismo tienden a ser los que peor responden ante la presión. “Sienten que se frustran cuando no alcanzan la expectativa anhelada, pero lo importante es valorar que han sido elegidas, que están entre los semifinalistas y deberían sentirse orgullosas de haberlo logrado”, explicó a modo de ejemplo.

Palmiero consideró que tras 23 años de carrera no tomó esta posibilidad de trabajo para ser conocida en el medio, como ocurrió con la mayoría de sus competidoras. Sin embargo, consideró que “hay muchas chicas que se están jugando la primera carta para hacerse conocidas y viven como una tragedia si no ganan o no lo hacen a la perfección y se ponen muy nerviosas”, comentó.

Para Sanchez Negrete, estas artistas pueden estar recibiendo diferentes significados, ya que, según comentó, cuentan con el apoyo del público que las felicita por su desempeño, pero muchas veces chocan con el voto del jurado que no coincide con las percepciones en la calle. “Eso no les sirve porque el que juzga es el jurado, no la gente que le pide autógrafos y eso les genera una mayor confusión”, puntualizó.

Por último, Sanchez Negrete aconsejó que para participar en este tipo de realities sería interesante proponerse desafíos que uno sienta que puede resolverlos, teniendo capacidad para afrontar los mismos.

“Hay que tener en cuenta que cuando el resultado no sea el máximo esperado, el hecho de poder participar ya es importante. A veces uno quiere llegar a la final con un 10 y con el aplauso de todo el mundo, pero lo más importante es estar en juego en la vida", concluyó.

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