NASA: las naves con las que emprenderán la búsqueda de vida alienígena

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Estos proyectos, que combinan autonomía artificial y análisis biológicos en tiempo real, representan el salto tecnológico más ambicioso de la agencia en décadas.

Durante los últimos años, el interés científico por mundos como Europa, Encélado o Titán creció de manera exponencial. La evidencia de océanos subterráneos, géiseres activos y presencia de compuestos orgánicos llevó a la NASA a priorizar el desarrollo de naves capaces de atravesar kilómetros de hielo, operar sin asistencia humana directa y detectar biofirmas en entornos extremos. Esta nueva flota se está diseñando para llegar donde ninguna misión pudo antes: al corazón de los océanos alienígenas.

Los primeros avances ya comenzaron a ensayarse en la Tierra, con campañas de investigación en glaciares y plataformas heladas que simulan las condiciones que encontrarán estos robots en otros mundos. El objetivo es garantizar que la tecnología pueda sobrevivir, navegar y analizar muestras en ambientes donde la presión, el aislamiento y las temperaturas son tan desafiantes como en las lunas de Júpiter y Saturno.

Las nuevas naves para buscar vida inteligente

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Uno de los proyectos más prometedores es ORCAA (Reconocimiento de Mundos Oceánicos y Caracterización de Análogos Astrobiológicos), que desarrolla criobots capaces de perforar capas de hielo similares a las de Europa. En 2023, el equipo puso a prueba un taladro de agua caliente en el glaciar Echo, en Alaska, logrando atravesar el hielo, extraer muestras y detectar rastros de actividad biológica como ATP y clorofila-a. Estos resultados permiten afinar los sensores que, en el futuro, buscarán señales de vida en océanos extraterrestres.

La tecnología evolucionará aún más en la próxima campaña, programada para el verano de 2025, en la que se utilizará un criobot autónomo, mucho más parecido al que eventualmente viajará a Europa. Este robot simulará ciclos completos de perforación, navegación y análisis sin intervención humana directa, una capacidad crucial ya que la distancia entre la Tierra y Júpiter impide controles en tiempo real.

Mientras tanto, la misión Europa Clipper, actualmente en camino, será el primer paso para definir los puntos más prometedores donde un futuro lander —como el concepto Europa Lander— podría descender. Clipper realizará 49 sobrevuelos a partir de 2030, evitando la intensa radiación de Júpiter y recopilando imágenes, datos químicos y mediciones térmicas que permitirán identificar zonas donde el hielo podría ser más delgado y accesible.

Si se aprueba, Europa Lander no perforará el hielo, pero sí estudiará los primeros centímetros de la superficie y probará instrumentos esenciales para futuras misiones de perforación profunda. Allí, bajo una capa helada que podría encerrar más agua que todos los océanos terrestres juntos, se cree que podría existir un océano capaz de sostener vida microbiana.

Europa no está sola en la lista de mundos oceánicos: Encélado, con sus géiseres cargados de compuestos orgánicos; Titán, con su química rica en hidrocarburos; o Tritón, la luna activa de Neptuno, también forman parte de los objetivos a largo plazo. Cada uno de ellos podría revelar pistas fundamentales sobre cómo y dónde puede surgir la vida en el universo.

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