Una mujer denunció que un conductor de Uber la drogó con Burundanga
Aceptó un folleto del chofer y casi no llega al trabajo, pero logró sobreponerse y contar la historia para que otras mujeres se cuiden.
Una mujer de 24 años vivió una situación dramática esta semana cuando tomó un Uber para ir desde su casa en San Justo hasta el metrobus de Liniers: denunció que el chofer la intoxicó con burundanga.
Laura, mamá de la víctima, relató a C5N que la joven pidió un Uber para ir a la estación Vélez Sarsfield del metrobus donde debía tomar un colectivo para ir a su trabajo, que es en Palermo.
Pero una vez que la joven pagó su viaje y se bajó del auto -un Peugeot gris oscuro- el chofer, identificado en la aplicación como Leonardo, insistió en entregarle "un folleto de una iglesia evangélica", según contó Laura.
"Ella lo agarró y lo metió en la mochila. Se fue caminando, el auto quedó ahí, [el chofer] puso las balizas en un lugar donde no puede estacionar", reveló la mujer.
"Empezó a caminar y le agarró hormigueo en las piernas, se le durmieron, le dolía la espalda, la nuca, la cabeza -mucho- y se le empezó a nublar la vista", describió Laura sobre el calvario de su hija.
"Cuando llegó a la parada del metrobus estaba desesperada porque se sentía muy mal y tomó el primer primer colectivo que vino. El tipo todavía estaba con las balizas prendidas", relató.
La joven logró tranquilizarse con chicles, agua y música en el viaje en colectivo, pero la duda la perseguía. "Ella dudó que era el papel que le habían dado, volvió a tocarlo y sintió como que se le adormecían más las piernas", relató la madre.
La víctima caminó las cuatro cuadras desde Juan B. Justo a su trabajo "totalmente drogada, como en una nube", y eventualmente se pidió un taxi y fue a la guardia del Hospital Naval.
"Llegó a las 18 pero recién le hicieron exámenes a las 21", señaló la madre de la joven, motivo por el cual no había rastros de ninguna sustancia tóxica en la sangre de su hija.
De hecho las médicas que atendieron a la joven aseguraron que la burundanga no se impregna en el papel. "Todo mentira", le aseguraron a Laura, pero ella retrucó: "Agarré yo el papel, le refregué la mano arriba y se me adormeció", explicó.
La mujer denunció el episodio en una comisaría.
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