"Durante unos segundos pensé que iba a perder el sentido"
Baumgartner señaló además que el "momento más excitante" fue cuando pisó tierra y vio a uno de su equipo llegar en helicóptero asistiéndolo. Contó que casi se vuelve a cancelar la misión porque se le estaba congelando el visor.
"Estás bajo presión, no sientes el aire", declaró.
"Desde el punto de vista de la consciencia, siempre he sabido lo que sucedía", señaló.
"Ha sido muy difícil. Estás deshidratado, estás cansado. Ahí arriba es un mundo distinto, el cuerpo reacciona de forma diferente. Ha sido muy difícil, espero que hayamos superado la barrera (del sonido)", declaró.
Los cálculos de la misión preven que quebró la barrera del sonido en los primeros 40 segundos de caída libre, cuando aceleró en ese espacio de tiempo hasta 1.173 kilómetros por hora.
"No he sentido ese golpe sónico, creo que pasa detrás de uno, estaba demasiado ocupado manteniendo el control. No tengo ni idea de si he volado a través de la barrera (del sonido)".
Baumgartner logró controlar el descenso y evitar caer en barrena, lo que le podría haber llevado a perder la consciencia o sufrir una hemorragia cerebral en caso de girar de forma descontrolada.
La caída libre de Baumgartner fue de cuatro minutos y 19 segundos, por lo que no pudo, en ese caso, romper el récord anterior, de cuatro minutos y 36 segundos.
Ese récord sigue en posesión de quien ha supervisado el salto desde el control central: Joe Kittinger, de 84 años, que se arrojó en 1960 cuando era miembro de las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos desde una altura de 31.333 metros. "Joe se ha ganado que su récord siga después de 52 años", dijo el deportista con humor.
Baumgartner consiguió además el récord de arrojarse en paracaídas desde el lugar más alto y subir en globo al punto más alejado de la tierra.
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